Bubu
de Montparnasse
no es sino una de esas pequeñas joyas literarias que, casi desapercibida entre las
grandes obras que jalonan los anaqueles de las librerías, esperan a ser recogidas por algún lector distraído con el fin de descubrirle una historia
bella y desgarradora, veraz y literaria, reflejo denunciador de una sociedad y
un momento concreto: aquel París primisecular lleno de champañas y fiestas, y entre cuyos
bulevares atestados de las melíficas luces y la belle-epoque, deambularon anónimamente las sombras de la miseria arrastrando sus penurias.
Portada de la edición española editada por Trama editorial (2006) |
1.
El autor
Personaje provinciano de
origen humilde Charles-Louis Phillipe (1874-1909) estuvo desde el principio muy
concienciado con la cuestión de la pobreza, la cual él mismo padeció en su infancia y nunca trató de ocultar : “Yo creo ser el primero de una raza de pobres
que ha pasado en Francia dentro de la literatura.” Estudió con tesón y
consiguió medrar, con no poco esfuerzo y algún temporal fracaso, en la intrincada e impasible sociedad capitalista de París. En
1894 se instaló en la gran urbe para trabajar en una oficina farmacéutica, pero
terminado su contrató se vio compelido a regresar a su Cerilly natal. Tornó medio año después, recobradas las
fuerzas, y consiguió un puesto en el departamento de Alumbrado Público del
Ayuntamiento. Tras solucionar definitivamente
su situación económica al comenzar a trabajar en las oficinas de Consumos del
Municipio, pudo entonces desarrollar su labor literaria con extremada libertad.
Frecuentó ciertos círculos literarios e intelectuales donde se discutía sobre
cuestiones estéticas —Grupo de Carnetin— y colaboró en publicaciones como La Nouvelle Revue Française cuyas premisas giraron, precisamente, en torno al rechazo de la moral y la política en el arte pero sin obviar la denuncia social.
Charles-Louis mostró
en la literatura sus simpatías por los desherados y marginados de la sociedad
y no solo del mundo urbano sino también de la vida provinciana como reflejó La
Mère et l'enfant de 1900. Cabe
resaltar, por último, que sus preferencias literarias bascularon desde un
primigenio simbolismo, tan en boga en el
pináculo del siglo XIX hasta la literatura rusa de Dostoievski.
Murió prematuramente
el autor francés, un 21 de diciembre de 1909, cuando una inflamación de meningitis
complicó su ya delicado estado de salud debido al tifus que lastraba.
2.
Bubu de Montparnasse (el argumento)
Antes de nada cabe
recalcar que para esta reseña crítica o una edición española publicada
en 2006 por Trama editorial; por otro lado para la reproducción de algunas escenas me he servido de la película Bubu deMontparnasse dirigida en 1971 por Mauro Bolognini.
Carátula del film italiano Bubu de Montparnasse (1971) |
Bubu
de Montparnasse es
una novela citadina donde se retratan de forma delicada las tensiones surgidas
entre tres personajes principales con la sociedad marginal que los circunda.
Así, aparecen una cortesana (Berthe), su amante y chulo (Maurice, también conocido
como ‘Bubu de Montparnasse’), y un joven intelectual e idealista (Pierre). La novela,
basada en propias experiencias sucedidas a una hija de la calle que Phillip
conoció en el pasado, se revela con una delicada y sencilla prosa que hacen que la propia crudeza
de la historia, sin perder un ápice de veracidad, margine descripciones truculentas o
demasiado morbosas más propias de obras naturalistas.
Berthe es una joven
florista de diecisiete años que conoce en un baile a Maurice, pretendido
ebanista de veintitrés años, que tras cobrar una herencia busca encandilar a
una muchacha para vivir a su costa. Cuando principian su relación Berthe vive de
su trabajo mientras que Maurice aporta el dinero cobrado por la herencia de su
padre fallecido. Pasarán así dos años mientras la inocente adolescente poco a
poco va amistando y familiarizándose con el hampa y la golfemia que configuran
el círculo social de su pareja. El maltrato comenzará entonces a ser una
realidad cotidiana que la inocente víctima aceptará con resignación debido a su
carácter dulce y manso: “Entendió que una ley dirigía este mundo, que era
la ley del más fuerte” (p. 48). En un momento dado Berthe decide abandonar, por consejo
de Maurice, su oficio de florista en el cual no ganaba mucho dinero, para dedicarse por completo a la vida pública,
pues agotada la herencia de Bubu tan solo la atribulada mujer ingresa el dinero necesario para hacerse cargo de todos los gastos de
la casa.
Entrará en escena Pierre,
un joven y solitario trabajador provinciano que alquila los servicios de Berthe
por cinco francos, y que no tardará en encandilarse de ella porque “era
flexible y maleable como imaginaba que debían ser las mujeres a las que uno no
tiene que pagar” (p. 51). La historia cambia de visos cuando a Bubu lo
encarcelan por un robo frustrado en un estanco, entonces Pierre se convertirá
en el gran apoyo para la muchacha, si bien la cuestión económica no terminará de desaparecer e incluso será un impedimento: "[...] otro detalle importante que también les distanciaba, y que, en general, suele distanciar a los hombres de las mujeres: ella pensaba que no tenía dinero y él que la visita le costaría cinco francos" (p. 97). Mientras tanto Berthe buscará refugio en casa de su hermana Blanche que
siendo prostituta como ella la acoge sin contemplaciones. La vida de la protagonista femenina transcurrirá en ese tiempo entre la infructuosa búsqueda de nuevos hombres con los que rehacer su vida: "Nada podía borrar el recuerdo de Maurice [...] jamás hubiera podido olvidar a aquel que fue suyo y que fue más que un dios porque fue quien la desvirgó" (p. 95), y los desaforados asuetos regados de alcohol con clientes y compañeros de desventuras.
Sin embargo el momento clave de redención en Berthe se dará tras el luctuoso suceso de
la muerte del padre y la negativa de los hermanos mayores a que esta
ayudara con el cuidado de los pequeños debido a su disipada vida. Volverá entonces
a buscar trabajo de florista y comenzará a hacer planes de futuro junto Pierre,
al que continúa guardando un especial cariño a pesar de no amarlo.
Al final la situación
se revertirá cuando Bubu, tras salir de la cárcel, acude en busca de Berthe a
la casa del provinciano. Allí se desarrollará una escena de gran carga
dramática donde la pareja que estaba durmiendo en la cama se ve sorprendida por
este y Jules los cuales se llevarán a Berthe para que ejerza nuevamente la vida
pública, no sin antes ‘recordar’ a Pierre que debía pagar los servicios de la meretriz. Ante aquel trance humillante ella se llegará a sentir como un objeto donde no cabía su opinión, incluso la sombra del suicidio se plantea como solución: "Ella se sintió como un objeto, una pobre Berthe informe y enferma, necesitaba dormirse para siempre para conseguir olvidarlo..."; mientras que Pierre, inerme y asustado, deja que Berthe se vaya con los dos canallas reprochándose a sí mismo el no haber hecho nada por impedirlo.
En cuanto a la
estructura de la novela es muy sencilla: dividida en diez capítulos, el primero
de ellos recoge el encuentro de Berthe con Pierre, para pasar en el segundo a
hacer una digresión al pasado por la que
el narrador omnisciente explica al lector cómo y en qué situación Bubu y Berthe
se conocieron. Desde el capítulo tercero la historia se sucederá de forma
lineal sin mayores relevancias hasta el capítulo diez, justo en la escena donde
coinciden por primera y única vez los tres protagonistas: allí se produce una
gran tensión final que va en aumento hasta culminar rápidamente en el retorno forzado de Berthe a
las actividades venales.
3.
Los personajes
Como se ha mencionado
ya, la historia básicamente se construye con tres actores, mientras que el
resto tienen apariciones muy secundarias, por ello tan solo reseñaremos a
algunos de ellos.
Bherte Méténier: es una joven florista, físicamente
se la describe como una muchacha de ojos sonrientes y dulces, de labios rojos
algo blandos, y de larga melena morena que gustaba de recoger con un moño italiano (en la película aparece como rubia). Su madre fallecida era
italiana, lo cual explicaría el detalle del moño que la hace diferenciarse graciosamente
a los ojos de los hombres. Pertenece a una familia pobre de siete hermanos,
donde el padre no puede hacerse cargo de todos sus hijos tal como debiera; otra
hermana Blanche ya ejercía la prostitución antes que ella. Su carácter es el de
una mujer “débil” que “necesitaba oír palabras dulces” (p. 39), lo cual la
predispone desde su inicio a caer fácilmente
bajo la férula de algún canalla. Recibe palizas de su amante y chulo Maurice, que
asume con estoicismo mientras se ve obligada por la necesidad a ejercer de
mujer venal, si bien nunca se deja llevar por grandes dramatismos, ella ha
vivido en un mundo corrompido donde los valores morales que funcionan son muy
otros de aquellos que la sociedad pequeño-burguesa impone con hipocresía o
fanatismo.
Maurice Bélu: Es hijo de una tendera y muy al
contrario de lo que pudiera parecer, hasta los dieciséis años recibe formación
en el colegio. Físicamente se caracteriza por ser bajito, sufre una deficiencia
en el pie que lo libró del servicio militar y que compensa por su complexión
fuerte. Aprende, tras dejar el colegio, el oficio de ebanista que desempeñará durante breve periodo; sin embargo sus propensiones hacia el hampa lo empujan rápido a preferir la vida de la calle manejando a las mujeres para vivir a su costa. Tras una primera experiencia parasitaria con una mujer llamada ‘Hortense la gorda’, acaba finalmente cortejando y embaucando
a la inocente florista Berthe, que explotará sin miramientos, aunque manteniéndose
celosamente fiel a ella.
Pierre Hardy: Es un joven provinciano de
veinte años que trabaja en un estudio desde hace medio año. Se formó en una
escuela profesional durante tres años, donde aprendió a diseñar puentes y
máquinas de “trazados complicados” (p. 27). Podría haber trabajado como dibujante
en una empresa ferroviaria pero no se presentó a La Escuela de Artes y Oficios
como le aconsejaron sus profesores. Se siente perdido en la vieja Lutecia y
vive modestamente en un desvencijado habitáculo de una modesta pensión. Busca
por compañía los servicios de las mujeres venales y no tarda en encapricharse
de Berthe a la que conoce ‘no muy fortuitamente’ mientras asiste a una actuación de artistas
callejeros. Tiene un carácter bondadoso, si bien cuando se entera de que la
meretriz tiene sífilis le envía una carta donde comunica que su relación debe
cambiar. Poco después él mismo la contrae y retorna a la situación anterior con ella. Quiere ayudar Berthe cuando esta entra en una crisis de contrición, aunque
en el momento clave de la historia no se ve con fuerzas para salvarla de los
proxenetas.
Louis Buisson: Único amigo de Pierre en París—que bien
puede ser trasunto del propio Charles-Louis Phillipe—, es descrito como un
hombre de 1,53 m. al que no admitieron en el servicio militar por su falta de
estatura. Estudió matemáticas y fue candidato a la escuela Politécnica, también
pasó una larga estadía en un colegio de provincias que “le hizo familiarizarse
con el sufrimiento” (p. 29). Por las tardes se dedica a la filosofía y la literatura.
Alberga aspiraciones modestas y mantiene una relación por carta con una
“criadita” de provincias: “Quiero vivir como un hombre de pueblo con una mujer de
pueblo” (p. 30). Ayuda a Pierre en su intento de salvar a Berthe, pues él mismo
se sentía frustrado por no haber sacado de las garras de la explotación a
una niña que conoció en el pasado (pp.80-81). Esta influenciado por una reciente lectura
de los Evangelios
Blanche: Es una de las hermanas de Berthe, menor
que ella pues cuenta con diecisiete años (p. 99). Phillip la describe como algo más tosca y descuidad que su hermana: “Llegó a tener la cabeza
llena de piojos, pero no sentía la mayor necesidad de asearse: sus faldas despedían
un olor de vicio y mugre que encandilaba a los hombres” (pp. 99-100).
Sifilítica por vocación, en el carácter resulta totalmente antagónica
a Berthe. Blanche no era delicada ni manipulable, escogía ella misma a sus
chulos y cuando se cansaba los abandonaba. Sobreviviente y luchadora esconde una
navaja que no duda en utilizar llegado el caso..
Jules el Grande: Se trata de un chulo de cierta nombradía. Destaca tanto por su rectitud y sus
ademanes afectados como por su frialdad a la hora de “forzar una cerradura y
matar a un hombre limpiamente” (p. 46) si es necesario. Goza de respeto entre
el resto de la golfemia, y aunque no gusta de poseer a ninguna mujer, gracias a
su desenvoltura había adquirido una suerte de derecho sobre las mujeres
venales: “Elegía a una cada noche y se acostaba con ella sin pronunciar
palabra” (p. 70). Juega un importante papel en dos momentos claves: el primero
cuando Maurice contrae la sífilis, pues es él quien convence al atribulado Bubu
que un chulo no abandona a su protegida al contraer la enfermedad; el otro se
da al final de la novela al acompañar a Maurice en el rapto de Berthe.
4.
Los temas
Atendiendo a los
aspectos claves más significativos, en Bubu
de Montparnasse se pueden destacar
los siguientes: La denuncia de la prostitución y los maltratos, la cuestión de
la sífilis, la importancia del espacio urbano en la narración y su dicotomía
con el mundo de la arcadia feliz provincial.
La problemática de
la prostitución: Según aparece en el prólogo a la edición de Paula Izquierdo, la novela de Bubu de Montparnasse se basó en un caso
real, por lo cual no deja de sorprender todavía más su desgarrador final. Charles
Louis Phillipe, que como antes se comentó pasó por ser un personaje sencillo y
nada atrabiliario, realiza todo un despliegue de maestría al escribir una historia de extrema crudeza con delicada prosa, y evitando los tintes demasiado melodramáticos o
las descripciones truculentas al gusto de los naturalistas. La novela comienza en
los estertores nocturnos de la fiesta
del catorce de julio, cuando todo el mundo parece dormir y tan solo quedan los
más rezagados y crápulas buscando prolongar la fiesta. Tras describir esos
últimos rescoldos del París festivo aparece el fuerte contraste con las mujeres
venales que merodean en pos de sus clientes. En una época donde los derechos
sociales todavía eran escasos y la situación de la mujer pasaba por ser
onerosa, se daba la amarga situación de que una chica como Berthe podía conseguir
“diez o veinte francos, solo con un ‘momento’” (p. 50) mientras que trabajando como
florista necesitaba de diez horas para ganar cuatro francos. La hipocresía está
latente en la animada sociedad de aquel París de la Belle epoque como si de una ciénaga florida se tratara. Bubu concibe
su profesión de proxeneta como otra cualquiera, la cual le permite vivir de forma relajada ya que existe una demanda real de un producto
(el sexo) que él suministra por medio de su cortesana: “Se convirtió en un chulo
porque vivía en una sociedad atestada de ricos poderosos. Quieren mujeres a
cambio de su dinero. Es necesario que haya gente como él para
proporcionárselas” (p.50).
La situación de
sumisión y dependencia que padecía la mujer en aquella sociedad paralela
dominada por la violencia y el machismo Phillip la reproduce sin ambages
bajo la piel de Berthe: “Como Berthe era dulce y manejable, cuando Maurice se
hizo cargo de ella, se sometió con dulzura” (p. 44), y ese mismo sometimiento
la lleva aceptar las palizas recibidas como algo inherente a la relación: “Al
cabo de un mes él la pegaba, pero no lo hacía por maldad. La pegaba porque
Maurice, que tenía un carácter muy resuelto, clasificaba las cosas de manera
muy rotunda” (p. 47); o también: “Los golpes de los chulos moldean a las
mujeres y marcan su carne blanca para siempre en el lugar donde Dios dispuso
que se encontrara el lugar del deseo” (p. 106). Pero tal idea de
propiedad está latente no solo entre los chulos de los bajos fondos, y ahí es
cuando la pluma del autor hace ver al lector que incluso en el inocente Pierre
subsiste la idea de superioridad respecto a las mujeres venales: “Aquella
mujercita, que había sido suya por cinco francos durante una hora entera, era
flexible y maleable como imaginaba que debían ser las mujeres a las que uno
tiene que pagar” (p. 51).
Entrando en la
cuestión de las enfermedades venéreas, cabe recordar aquí
que la sífilis, junto a la tuberculosis o el tifus, entre otras, formaban parte aceptada de
los males que azotaban al mundo urbano de la época. La sífilis es una
enfermedad de transmisión sexual y estubo a la orden del día en la Europa occidental, entre las
cortesanas, sus protectores y clientes hasta bien entrado el siglo XX. En el libro,
cuando Pierre tiene noticia de que Berthe ha contraído la enfermedad, le escribe una carta donde le hace saber que
sus relaciones deben de cambiar “para no contagiarme de tu dolencia” pues “soy
de una familia donde nunca nadie ha tenido este tipo de enfermedad” (pp.
85-86). Resulta patente la hipocresía, o cuando menos la inseguridad del
muchacho provinciano, en su relación con Berthe, pues, si por un lado parece
amarla hasta ese momento, por el otro, al tener noticia de su enfermedad no duda en
modificar su relación. Caso muy otro
resulta la reacción de Bubu, que si bien en un principio siente temor e incluso duda de continuar con Berthe,
tras tener una charla con Jules el Grande, este le hace ver que ningún chulo
que se precie abandona a su mujer por la sífilis: “uno no abandona a una mujer
porque tenga chancro” (p. 69). En tal situación se ponen en funcionamiento los mecanismos de solidaridad y protección por los cuales las gentes del hampa se rigen.Vemos la dicotomía entre Pierre,
representante de la pequeña burguesía, que teme la sífilis y busca modificar su relación con la meretriz, y la reacción de Maurice, que se
mantiene fiel a ella e incluso no duda en contraerla pues “forma parte de la
vida de los hombres” (p. 71).
Escena donde se representa la charla de Jules el Grande con Bubu al respecto de la sífilis.
París como espacio
urbano en la narrativa: Parafraseando a la prologista Paula Izquierdo al respecto del espacio donde se
sucede Bubu de Montparnasse: “El
verdadero protagonista de esta historia, a veces amarga y siempre trágica, es
el centro de París. Ciudad que respira como un personaje más y que esculpe las
vidas de quienes la habitan.” (p. 14) Por lo tanto no es raro que la novela se principie
en el Bulevard Sebastopol “al día siguiente del catorce de julio” (p. 21) con sus
anchas aceras donde “las mujeres públicas cumplían con su trabajo” (p. 24).
Pierre, el muchacho provinciano, se siente alienado en la gran ciudad donde sus
“coches circulando, las luces ásperas, la muchedumbre de las calles, la lujuria y el bullicio forman
una confusión de Babel que espanta y hace danzar demasiadas ideas al unísono”
(p. 26). Se desarrolla entonces el topos de la lucha entre el joven de
provincias que acude a la gran ciudad para labrarse un futuro mejor, teniendo
que bregar contra el monstruo industrializador e individualista tan en
contraste con la sociedad de las pequeñas poblaciones donde las redes de apoyo
comunal están muy presentes en la cotidianidad.
La sociedad
desindividualiza y Pierre remembra con saudade su hogar de provincias: “ A
Pierre Hardy le gusta evocar la casa de un pueblo del este, donde sus padres
eran comerciantes de madera [...] No les faltaba de nada. Todos los miembros de
la familia eran conscientes de que formaban un todo con la feliz naturaleza”
(pp. 26-27). Sin embargo es en la ciudad industrializada y moderna donde se
encuentra el futuro y en ningún momento Pierre se plantea regresar, cuando lo
hace por necesidad acaba retornando a la capital. En general todos los protagonistas —cada
uno a su modo— muestran unas enérgicas posturas de resistencia y supervivencia,
París con sus bajos fondos son la Babilonia bíblica, pero esa Babilonia se
acaba convirtiendo en ‘su’ Babilonia.
Las pensiones humildes
o misérrimas son también topos recurrentse en este tipo de literatura primisecular,
claramente muy imbricado con la previsible situación que sufrían los escritores
antes de su consolidación o profesionalización. En Pierre aquella
“casa de un pueblo del este” contrasta con su pensión de la calle del Arbre-Sec
muy desaseada por el paso de “demasiados inquilinos” y cuyos vecinos son “parejas
de alcohólicos que riñen, otros huelen a prostitución [...] los pobres
inquilinos de estas pensiones no tienen hogar” (p. 29). Su amigo Louis Buisson
vive también en la quinta planta de una pensión del Quai du Louvre aunque el
aire allí “es mucho más limpio” (p. 30). Berthe también vive misérrimamente en
una pensión de la calle Chanoise con sus cortinas grises y cristales sucios y
en donde hay “una cama deshecha en la que dos cuerpos habían dejado manchas
oscuras de sudor en las sábanas raídas” —pues— “así son las camas de las
pensiones en las que los cuerpos están sucios y las almas también” (p. 61).
Los espacios de
sociabilización transitan entre los cafés y bares, cabarets o bailes, y algunos de ellos son enumerados como el Moulin de la
Vierge o el teatro de la Gaité-Montparnasse. El aguardiente, la absenta y otros
licores espiritosos se consumen generosamente entre aquellos hijos de la pobreza como un bálsamo que los evade de
sus tribulaciones diarias: “[Berthe] se fue de juerga hasta caer rodando en los
bares, hasta beber todo lo que se le pagaba, hasta pagar todo lo que querían
los demás, en su viaje hacia la felicidad, hasta reía como se ríen en las
juergas” (p. 108). Una de las escenas de mayor intensidad se sucede,
precisamente cuando Maurice enfebrecido por las absentas libadas en compañía de
Jules, toma la decisión de acostarse con Berthe para contagiarse de la sífilis.
Como antes se menciono tener dicha enfermedad no estaba mal visto, Maurice
mismo llega a la conclusión que de no padecerla “le quitaría algo de gloria”
(p.75).
5.
Conclusiones
En términos generales se
observa como la novela de Bubu de
Montparnasse posee un vínculo irrefutable con el mundo de los bajos fondos
que todavía se mueven en el centro de París por aquellos años intersecualres. Hay una denuncia clara contra la explotación de
la mujer, no solo en la prostitución,
sino también en el mundo laboral pues Berthe abandona su oficio de florista
precisamente por el mísero peculio que recibe. También se muestran la alienación y fagotización que
sufren los jóvenes preparados de provincias al establecerse en la gran urbe
industrial y burocrátizada; o la exposición y convivencia de las personas que frecuentan los círculos suburbiales con las enfermedades
venéreas y los maltratos. Todo ello hacen de la historia de Phillip una obra más que
interesante dentro de la novela social francesa. Conociendo esto finalmente no debe
extrañar al lector de esta reseña que el premio nobel de literatura T.H Elliot prologará
ya en 1983 la edición inglesa tras considerarla digna de lectura y ponderándola al mismo nivel que otras grandes obras de Dostoievski o Dumas.