lunes, 22 de agosto de 2011

En los jardines quejumbrosos








Guy Rose "Girl in a Wickford Garden"



Escenarios de mantos heladores
se muestran en jardines quejumbrosos,
ululan fuertes hálitos
que arroban a gladiolos;
hay caminos sombríos hacia ninguna parte
y pozos que retienen los suspiros de lloros,
brillantes por monedas de deseos
mojados por espejos de sollozos.
Mientras, crecen las brunas rosaledas
con cristales transidos en abonos,
y en luengos campos glaucos de estertores
expelen sus aromas alevosos.
Cobijan tristes sauces
ilusiones de oro
que se pierden en lindes lejanas de suspiros
cercadas por raíces de profundos abrojos.
Y entre aquellos jardines
al abrigo del quiosco
la más linda muchacha de mirada
zafira, guarda el cofre de un tesoro:
un corazón bermejo,
un sentimiento hondo,
una bella promesa recamada con lauros
que aguarda febrilmente las glorias del devoto.


martes, 2 de agosto de 2011

Llévate un poema nº4, "El color de las nubes"

Un mes más y un nuevo número de la colección, y ya van cuatro. Este mes dedico mi habilidad rectilínea a las nubes. Las nubes, sí, esas eternas compañeras, que sobre nuestras cabezas motean la inmensidad del azur brindándole diversos matices de colores. ¿Acaso no resulta más bella la aurora cuando las nubes la acompañan y se irisan con sus incipientes rayos?, ¿y el ocaso?

Por último, no me queda más que dedicar este poema a todos los soñadores y artistas que son capaces de captar y disfrutar del halo de tan excelsas y vaporosas presencias.



El color de las nubes

Las nubes con tesón
bien adornan la bóveda celeste
con formas y pigmentos que sorprenden;
y elevan su color
en el empíreo lienzo complaciente
tamizando los rayos más perennes.

Cuando reina el azul
se cubren de unas túnicas albinas
tejidas con los hilos de las brisas;
celebran su virtud
al son de angelicales melodías
bailadas al tañido de las liras.

Cuando tristes se ven
acuden en caterva plañidera
bañando con sus vidrios malas penas;
demuestran su adustez
con truenos, rayos, tremendas estelas,
y figuras oscuras y severas.

Mas si alegres están
se maquillan de fuertes arreboles,
naranjas, y ambarinos seductores;
resaltan su beldad
con lívidos ocasos de emociones
preludiando los mantos de la noche.

Las nubes son así:
mudables, vaporosas, impalpables,
bullidoras de grandes bacanales;
y saben erigir
consagrados y oníricos altares
en los templos de vastos ideales.


Aquí el enlace con el poema en PDF:
El color de las nubes (Imprimir sin ajuste de impresión)