En el viejo teatro de las ánimas
comienza un espectáculo voraz,
cambiando las entradas por el alma
la platea se puso a rebosar.
Aplauden los mediocres
al fiero Satanás,
y alzándose los fúlgidos telones
los diablillos se mudan para actuar.
En el acto primero Herodes el
Tetrarca alzó su gran cetro real,
movido por la fémina altivez
al Bautista ordenó decapitar;
ya corren los torrentes bien bermejos
causando sensación de libertad,
liberados de "La voz del desierto"
el gentío se alzó para aclamar.
Se cambia decorado,
y brilla un áureo templo por Asthart
que ofrece a sus amados
las más hermosas ninfas para holgar;
se suceden orgiásticas escenas
donde vírgenes pierden su beldad,
sensuales las zalemas
al público le incitan a vibrar.
Ya en el acto tercero
se presenta el Valaquio fastasmal,
príncipe de asesinos y guerreros
a los vencidos gusta de empalar;
las estacas bañadas de arreboles
umbrían la piedad,
y los cuervos en ojos muy saltones
comienzan a picar.
El vulgo complacido
se levanta alabando lo amoral,
y Satanás sonriente y viperino
a los presentes manda ejecutar.
En el viejo teatro de las ánimas
la platea descansa en suma paz,
su público sin habla
se calcina en el magma de un Volcán.
Febrero 2011
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