Sueños rotos por noches
temblorosas y tristes,
melodías lejanas
de teclados que gimen
acompañan el alma
que templada con tiempo
sobrevive dispuesta
soberanos ensueños.
Lángidos sentimientos
débilmente resisten
embestidas de Azur
que del amor prescinden.
Mientras, la luna gira
vigilando al enfermo;
y señala su causa,
lo condena con rezos.
No hay vueltas atrás,
se perdió el amatiste;
los lémures marcharon
pues su ofrenda reciben.
El reloj acompaña
el compás soñoliento
que dictando un instante
da señal al silencio.
2010
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