sábado, 31 de diciembre de 2016

José Gabarre: poeta, cantante y rossista

Estamos a punto de presentar a uno de los personajes del panorama capitalino aragonés que más vienen dando que hablar en estos últimos años: José Gabarre. Nacido, como gusta decir, en la antigua Bolskan ―hoy Huesca―, ha dado a luz dos poemarios, La ebriedad de las estatuas (2013) con la hoy desaparecida Eclipsados y Mi hambre negra (2015) con Quadrivium; además es miembro de A.A.E., vocalista vocacional y admirador acérrimo de las bandas musicales Doors y Nirvana.



1.        Creo que la mejor forma de comenzar esta entrevista sería que tú mismo nos explicaras quién es José Gabarre.

Bueno, vaya pregunta para empezar… no sabría decirte a ciencia cierta pero por responderte algo creo que todos nosotros nos vamos descubriendo poco a poco en el camino de la vida. Como el mito platónico de la caverna estamos viendo continuamente sombras, por lo tanto no alcanzamos a vernos, tan solo podría decir que nos interpretamos cada día que nos levantamos. Lo cierto es que me podrías preguntar incluso sobre qué es poesía, pero la pregunta que me haces es un imposible. Nada más que decir pues ni yo mismo me comprendo.

 
José Gabarre mantiene desafiante la mirada al objetivo

2.        Tras esta descripción vamos al ajo. Actualmente eres miembro ―y vocal en la junta― de la Asociación Aragonesa de Escritores. Las primeras asociaciones de escritores tuvieron entre sus prioridades procurar un sistema de previsión social en interés de los derechos de escritores y artistas, en una época donde estos se hallaban muy desprotegidos pues no existía Seguridad Social: destinaban partidas a viudas o incluso pagaban los sepelios de los miembros más pobres. Hoy día ¿podrías explicarnos cuál es papel que dicho tipo de agrupaciones desempeña en el panorama literario? ¿Cómo ves el futuro de la Asociación en la Comunidad Autónoma?, ¿Hay nuevos proyectos en marcha?

Las asociaciones, como bien dices, tenían un sentido histórico de protección, hoy es diferente. Es difícil que actualmente el escritor pueda hacer de la literatura una forma de vida, y cada vez es peor, pues hasta los medios de comunicación resultan, cada vez más, lugar propicio para dar cobijo a los vendedores de imágenes antes que a los escritores. Ahora se prima más lo audiovisual que la palabra escrita. Por ello las asociaciones cumplen un papel importante en lo que refiere a la promoción cultural y de apoyo a artistas noveles. Sobre la segunda cuestión que a mí me atañe: la A.A.E.; actualmente buscamos dar un nuevo y llamativo sesgo al panorama de la cultura, estamos en un proceso de remozado con proyectos en marcha o a punto de estrenarse, solo por citar un adelanto pronto pondremos a rodar un intercambio con poetas del Midi. Se trata de romper un poco la monotonía zaragozana: aún a riesgo de ‘estalapizarse’.

3.        También te licenciaste en Historia, y esto queda palmario en tu última obra Mi hambre negra, donde el lector puede hallar una serie de secuencias poéticas que reflejan pasajes oníricos y de pesadilla de la II G.M. En algún momento pareciera que te hubieras puesto en las botas de algún bisoño soldado alemán a punto de morir congelado en el frente ruso, y solo remembrara el calor del hogar, sin importarle nada de lo que sucede a su alrededor: ni imperios, ni glorias. Exactamente, ¿cuál fue el proceso por el que llegaste a formalizar en tu poética dichas estampas? ¿Cómo conjugas la historia con tu poética?

Bueno, la base de las Ciencias Sociales, para mí, es la Historia, ya que invita a reflexionar sobre nuestro pasado y lo que fuimos, lo cual es fundamental para comprender nuestro presente, en este sentido es más relevante que la filosofía. Yo me especialicé en Historia Antigua, aunque en este poemario casi de forma fortuita surgieron imágenes de la II G.M. o la Bomba Atómica. El dolor es igual para un prisionero soviético que para un soldado alemán perdido en la estepa rusa, y eso es lo que busco recoger por encima de ideologías. La poesía es amoral y no busco encarnarme en ningún bando, mi intención es bucear y ahondar en los sentimientos de los que sufrieron allí. Trato de trasladar el dolor a un supuesto momento épico, a pesar de que la guerra es una desgracia. ¿Y por qué hago eso? Sencillamente intento restablecer las relaciones con el mundo, con la justicia, a pesar de que es una lucha perdida, pero o es eso, o nada. La práctica de la poesía es no renunciar a la santidad con todas sus consecuencias: al igual que los santos en el martirologio. 
Por otro lado cabe recordar que el lenguaje poético y el histórico guardan una estrecha relación desde la antigüedad. La tradición oral de los poemas épicos por ejemplo, no fueron sino una forma de trasladar a la poesía hechos heróicos de las civilizaciones antiguas. Homero recogió en la Iliada la tradición oral de los rapsodas prehelénicos; los celtas en Irlanda hicieron lo mismo con el Ciclo del Ulster.
  
4.        A colación de esto último, además realizaste un máster donde te especializaste en los mitos de la religión celta, prestando atención al semidiós y héroe irlandés Cúchulainn. ¿Cómo te ha influido en tu devenir poético? Juan Eduardo Cirlot, por ejemplo, tras asistir a la película El señor de la guerra, por una suerte de iluminación principió a escribir su gnóstico ciclo de Bronwyn. ¿Veremos algo así contigo alguna vez?

'Mi hambre negra'
Buena pregunta, yo me centro sobre todo en el mundo celta. Cúchulainn era conocido por ser la divinidad de la poesía y de la historia. Hay que tener muy en cuenta que el mundo simbólico celta fue muy rico. Sin embargo en lo que a mí respecta, aún busco encajar mi poética en dicho lugar como hicieran antes René Char, Dylan Thomas, James Joyces o Juan Eduardo Cirlot por poner un ejemplo español ya citado. En cierta manera me sitúo en un estado de parto hacia lo celta. Se verán trisqueles de eso estoy seguro. Soy consciente de que en la mayoría de los casos la gente malinterpreta los símbolos, y estos, tarde o temprano se vuelven en su contra. Los símbolos son algo sagrado y serio, si no se saben interpretar, o se frivoliza con ellos, se vuelven en contra, como le pasó al III Reich que usó un símbolo solar antiguo como estandarte para sus desmanes y lo acabó pagando.

5.        Además de poeta, ejerces como editor en La Herradura Oxidada-Los Bigotes del Potemkin. Hasta la fecha has publicado a autores de lo más variopinto, desde Sergio Gómez hasta Rafael Sanz, pasando por Adrián Flor, Ortiz Robla... o algunas traducciones de poetas rumanos, norteamericanos y griegos. Cuál es el criterio que sigues a la hora de seleccionar una obra? ¿Hay cantera en Zaragoza para mantener un buen y largo plantel editorial?

Para empezar la palabra editor a mí me viene grande; además Los Bigotes del Potemkin no tienen como misión principal publicar, sino buscar la Santidad. Ahora, fuera de bromas, lo cierto es que hasta la fecha hemos tenido suerte con las propuestas, tanto en Zaragoza como de fuera de ella, y esto sin contar con las traducciones que nos van proponiendo ocasionalmente. No somos provincianos ni mucho menos. No hay fronteras, estamos abiertos a todo, pronto se verán más novedades que sorprenderán.
 
6.        Por otro lado, como actante activo del envés de la literatura, y siendo la tuya una editorial underground ¿Consideras una virtud o un inconveniente el estar alejado de cualquier apoyo institucional? ¿Crees que los premios y las ayudas económicas son necesarias para desarrollarse, o prefieres mantenerte alejado de dicho mecanismo de financiación? Juan Manuel de Prada al respecto de la fiabilidad del éxito refire, en una entrevista reciente, que visto con la perspectiva que dan los años la peor novela que ha escrito es precisamente aquella con la que ganó el Premio Planeta.

Te voy a hablar de dos planos. En el plano ideal soy liberal, pienso que no debería intervenir el Estado para nada; el Estado solo debe estar para garantizar la salud, la educación, la seguridad y el trabajo, pero mejor que esté alejado de la cultura. Por ejemplo, fíjate el movimiento musical del grunge que surgió en época de Bush padre, el ‘movimiento de Seattle’ jamás se puso al servicio del presidente republicano, fue alternativo e independiente. Ahora, en el plano real, no me opongo a que un autor que empieza a destacar o crecer sea reconocido con algún premio, pero siendo claros y conscientes dónde marcar los límites: el 'hasta aquí' y no más. No niego que si a un escritor lo invitan a un congreso no se le tenga que pagar el hotel o el desplazamiento, ¡faltaría más!, pero fuera de ese tipo de situaciones me parece un suicidio para la independencia del autor entrar en un juego de recompensas. Los premios son una chapucería.  
   Yo clasifico a los premios literarios en dos: el primero de ellos es el ‘absurdo’, donde quizá no salga la mejor obra pero puede salir una muy buena obra, como le pasó a Miguel Delibes con el Premio Nadal; luego está el premio ‘español’ clásico, donde tres o cuatro arremangados acodados en una mesa señalan a su amigo, o, a un nuevo adlátere que sigue su misma cuerda. Y a todo esto, además, falta añadir la terrible plaga de los ‘cazapremios’. Los cazapremios son unos personajes parecidos a esos viejos mariscales soviéticos o de Corea del Norte, los cuales lucen medallas hasta en los pantalones; solo hay que echar un vistazo a las biografías de esa gente: están más interesados en engrosar su lista de trofeos que en crear literatura, dan ganas de decirles: “¡eh tíos tiraos por un barranco!”.

7.        Tema viejo es que la música y la poesía guardan relación, y tú, además de la literatura cantas y compones letras; has sido miembro en varias bandas de rock y grunge a lo largo de estos últimos años. Desde el mundo de la literatura ¿que ha vertido, o que ha aportado este campo en tu forma de componer?

Bueno tengo algunos temas postgrunge que sí tienen influencia y se escucharán con la nueva banda junto a Juan Carlos González e Iván Castilla. Pero me falta aún cierta madurez, pues algunas letras son en inglés y allí no me desenvuelvo tan bien. Ahora, a la inversa sí que encuentro un indudable influjo: así me pasa con las letras de los Héroes del Silencio que han influido dando angulosidad a mi poética, o con los Doors y ciertos tintes nihilistas aparecidos en mi obra.

8.        Las motos son tu otra gran pasión, y no escondes tu declarado rossismo, hasta el punto de crear una versión del popular calimocho, a la cual bautizaste como Rossimocho. Según tengo entendido para ti, la GP guarda relación con la épica conectando con el mito del caballero medieval y con la poesía por medio del futurismo ¿Podrías explicarnos un poco esta cuestión de imbricaciones?

El origen de las religiones está en el culto a nuestros iguales: los grandes mamíferos como el bisonte, el rinoceronte, el león, etc. Nada ha cambiado ahora, adoramos la potencia, como antaño, como también lo hicieran los futuristas. Si volviera Homero el único ápice de épica sobre el cual encontraría algo digno que escribir sería la moto GP. Se trata de retornar a un cierto totemismo, en esencia eso representa la potencia de la GP: unos pilotos que son puro instinto manejando grandes motores de 300 caballos. Son las justas del siglo XXI; no es casualidad que a la Moto GP se le llame el ‘Gran Circo’, recordando de tal forma el espectáculo de la Antigua Roma. Y sobre Rossi qué decir… me gusta porque es el piloto más creativo de toda la panoplia de caballeros, sabe pilotar con estilo y se juega la vida en cada curva.

9.        ¿Te ves algún día montando en una moto, quemando ruedas en el asfalto y escribiendo algún tipo de ‘poemario de carretera’?

Sí, absolutamente. De hecho más pronto que tarde voy a comprar una Ducati Monster 800, y estoy en vistas de publicar un poemario conjunto que versa sobre religión y motociclismo, del cual se hará cargo el editor Raúl Herrero.

10.    Y ya para concluir recomienda a los lectores tres autores para ti imprescindibles, y expliques el porqué no deberíamos abandonar este mundo sin haberlos leídos.

Bueno, yo cuando veo las listas de ventas tan penosas pienso ¿cómo voy yo a decir a nadie qué leer? Aún con todo, para los pocos con buen criterio y gusto les recomendaría Leopoldo María Panero con toda su obra. Pero más que recomendar autores prefiero dar un consejo a los lectores, no quiero hacer proselitismo de los autores que leo, pues incluso pueden ser hasta peligrosos. El consejo es que si ven en las cubiertas ‘best seller’, huyan de ahí; que no pierdan el tiempo leyendo la obra de un autor contemporáneo donde ponga dicha categoría: es sinónimo de mala literatura; y en todo caso, aconsejo que arrimen un bidón de gasolina al estante de los best seller. Nos harán un favor a todos.

viernes, 11 de noviembre de 2016

Impresiones y cometarios a una lectura de Ángel Guinda tras la salida del trabajo

De cómo, volviendo a casa tras una dura jornada de trabajo nocturno, leí, casi sin darme cuenta, La experiencia de la poesía  y terminé con un Nesquick.




Las crónicas son hijas del momento,
la sensaciones e impresiones de hoy
serán muy otras a las de mañana.
(Yo mismo cuando divago)

El veterano poeta aragonés Ángel Guinda presentaba su nueva obra La experiencia de la poesía con Pregunta ediciones,  en esta ocasión un tratado de poética, o, mejor dicho, una recopilación de sus manifiestos poéticos que durante toda su vida ha ido redactando: en total seis. Servidor que es muy amigo de dichas obras pues es en ellas donde se desentraña, a mi entender, de forma más palmaria el espíritu que impele el acto versil del autor, aprovechando que la presentación no quedaba muy lejos del puesto de trabajo, decidí culebrear un poco por allí, y ya de paso saludar a caras conocidas. 

Guinda, como poeta ya curtido, presidió casi en exclusiva el acto, dando buena cuenta de alguna que otra historia que hicieron las delicias del público: unas historias a medio camino entre la anécdota y esa melancolía que solo los que ya han vivido mucho pueden y saben destilar. Adquirí el ejemplar y tras entablar un breve conversación con su autor, pues el trajín de dichas ceremonias no da para más, amén de que el reloj laboral me apremiaba, marché de allí con el librito adaptado, que ni pintado, al bolsillo de mi sobretodo― con la esperanza de ojearlo al día siguiente.

La jornada nocturna en el puesto de trabajo se mostró especialmente afanosa, mucho que hacer y una suerte de imprevistos me dejaron un tanto nervioso; salí además algo más cansado de lo habitual, y con unos minutos de retraso. A este hecho en sí mismo ya fastidioso, se sumó la ‘bella’ secuencia de ver pasar, por delante de mis quevedos, al primer tranvía de la madrugada-mañana. En esos momento, cuando lo que menos deseaba era esperar veinte minutos más al siguiente tranvía, decidí marchar pedestremente: lo mismo iba a tardar ya volviendo en sana y bípeda locomoción a casa, que aguardando a nuevo tranvía. Los cuarenta minutos de trayecto eran inevitables. 

Y he aquí que, casi como un acto lumínico,  al meter mano en el bolsillo recordé que llevaba el ejemplar de Guinda «¡mira qué bien!», pensé; tenía al menos algo con lo que entretenerme por el camino. Emprendí el retorno con la sola intención de ojear la obra, no era consciente, en esos primeros minutos,  que por el camino acabaría devorando fruiciosamente dicho ‘librito’.

Con el libro por una calle cualquiera de Zaragoza


* * *

Ha de saber el lector de esta crónica-anécdota, que el libro está estructurado del presente al pasado, es decir, comienza por una suerte de apuntes poéticos intitulados Arquitextura escritos este 2016, y concluye con el ya propiamente manifiesto Poesía y subversión  de 1978. Por lo curioso de este camino inverso Guinda nos acompaña en un viaje, un túnel en el tiempo, donde visitaremos todos los recovecos de sus ideas, o formas, de entender la poesía. Casi diríase como un Virgilio moderno que nos enseña los anillos de su infierno, purgatorio y cielo. Sobre Arquitextura, subrayo que en ocasiones me recordó a las mínimas de Wilde, con algún que otro guiño a Rimbaud «El poeta es un ciego iluminado».  Esta parte, por su brevedad de mínimas, o máximas, cada cual juzgará, se sienten como si fueran los puños de un boxeador literario que impactaran certeramente en el corazón del lector; así, «Callar la forma con el fondo exacto»,  «La narrativa cuenta, la poesía canta» o «Cuando está de moda la moda, los clásicos son la resistencia», entre otras, me impelieron rápidamente a sacar mi viejo y roído lapicerillo para tomar apuntes y subrayar, avidoso, a mayor sufrimiento de mi vista y recreo del ánimo.  En el siguiente manifiesto Defensa de la dignidad poética de 2014 Guinda viene a arremeter con el “aura mediocritas” predominante en blogs y autoediciones actuales, así como también aborda cierta pérdida del valor de la poesía para entenderla como palabra musical, como estética bella, por culpa de un excesivo y mal entendido prosaísmo y sencillez, que no es sino vulgarización de la lírica moderna. Véanse citas como  «La poesía ha sido invadida, colonizada por la narratividad en la forma […]» o «Se ha extirpado a la poesía  sus cualidades de ser palabra de música, cantar (antes que contar) […]. Arremete, además, el viejo bardo con los talleres de creación poética y concursos, que, como hongos y dudoso rigor, proliferan por toda la geografía hispana, aduciendo para ello «La parcialidad de criterio docente en los primeros» y la «arbitrariedad en el reconocimiento  de méritos para la concesión de los segundos».

En el trayecto, páginas subrayadas de 'Defensa de la dignidad poética'


El tercer manifiesto Poesía violenta (2012) es un brevísimo texto, una sola hoja, donde vemos al tercer y más violento Guinda; donde se exacerba la violencia creativa, al modo vanguardista de destruir para crear algo moderno, casi diríase que topamos ante una suerte de Marinetti cruzado con Jesús Lizano, que, tras haber ingerido ritualísticamente una copa de ajenjo, e  inspirado por el poder vidéntico del ‘hada verde’, se hubiera levantado de su silla y proclamado al mundo… «Demasiada asepsia, condescendencia con la debilidad del pensamiento y del Poder […] demasiados prosetas y pocos poetas», «La mediocridad es violencia […]», La verdad, la palabra, la belleza, la alegría, la emoción, el amor, han de ser violencia […]», pinaculando magistralmente con la máxima «La poesía tiene que ser violenta para contribuir a esa supervivencia».

En el cuarto manifiesto, Poesía útil (1994), me pareció intuir a un Guinda algo desencantado, donde quizá prevalece la insatisfacción hacia la poesía de finales del siglo viejo. «Cansados, aburridos, decepcionados de la España del siglo XX […]» o «No queremos poemas de ensayo, ni poemas lúdicos que camuflan la trampa» Llegado a este punto, mi lectura se vio interrumpida viernes 5.30 a.m., por grupo de tunantes nocharniegos que volvían a sus casas o buscaban nuevas tabernas donde repostar, los cuales lanzaron chiflas al verme leer por la calle. «¡Cada cual a lo suyo!» respondí yo, y volví a meter mis quevedos en el libro mientras creí atisbar alguna que otra chifladura de esas típicas entre la gente ‘peneque’. Volviendo al manifiesto, tras su lectura hallé cierto contrasentido con algunas ideas de los primeros, nada raro si partimos de que Ángel Guinda, como cualquier otro artista, ha vivido una evolución, y lo que podía opinar y defender hace treinta años, o diez , no tiene por qué coincidir con sus ideas del presente: a fin  de cuentas somos fruto de nuestras propias vivencias y del decurso del tiempo.

El quinto manifiesto Y poesía y contracultura: curriculum mortis (1985), en líneas generales, aborda el papel presente y futuro de la poesía «Hoy, asesinada la poesía épica por esa vertiginosa puntualidad de los medios de comunicación, la poesía lírica tiene la urgente necesidad de ser y de expandirse incluso con éxito»; y también el papel del poeta lírico «El poeta lírico será un observador sinceramente testimonial de su vida y un agente del contraespionaje de la enfermedad y de la muerte que el exterior le impone».

Finalmente, el último manifiesto, Poesía y subversión escrito en la década de los setenta, y sobre el cual creo recordar por la presentación, fue redactado cuando militaba en el P.C., parece destilar, en un principio, ese sabor de crítica y ciertas influencias marxistas tan en boga en el momento, aunque va mucho más allá: aspectos tales la política, la experimentación del lenguaje, las multitudes  ―que no las masas como señala―, la burocracia o la censura, no tanto de los organismos o autoridades, que también, sino la autoimpuesta por el propio poeta cohibido en España por décadas de férula franquista, prevalecen y se hallan en el texto.

Páginas de 'Poesía y subversión'


En definitiva Ángel Guinda viene con esta publicación, que tanto se agradece en estos tiempos de poesía sin poética, a aportar parte de aquellas claves que, en su luengo y extremado periplo literario, han servido de tintero sobre el cual cargar su pluma y verter, emborronar, y rubricar sus cientos y cientos de cuartillas en blanco ―algunas ya amarillentas― que hoy forman su obra-acervo literario y espiritual.

* * *

Tras acabar la lectura me percaté de que me hallaba a cinco minutos escasos de casa, no sé si consignar que leí la obra en apenas media hora será bueno o malo para la editorial y sus ventas, pero lo cierto es que la devoré, la viví, y disfruté, y sobre todo hizo olvidarme de la pesadez y cansancio de la jornada laboral padecida. Llegué a casa con en pleno convencimiento de que estaba ante uno de esos libros que se han escrito para leer y releer hasta el hartazgo, pues mucho es lo que guarda para dejarlo reposar despreocupadamente en el anaquel tras una sola y rápida lectura. Satisfecho, me preparé una leche con Nesquick, repasé lo subrayado, y dormí como un lirón. 


Estampa fabulada de cómo dormiría si fuera tal animalito

lunes, 31 de octubre de 2016

ARS POÉTICA: análisis métrico y rítmico en dos poemas de 'Tempus Fugit'



Sobre la poesía y Tempus fugit

Decía el escultor y poeta Oteyza que la poesía viene de dentro, es parte de nuestra alma y como tal debe respetarse, y sentir un profundo respeto por aquellos que, atendiendo a dicha vertiente de la literatura, se enfrentan con sincero respeto a ella, adentrándose, sin frivolizaciones y con el corazón abierto, en los terrenos de Erato ―musa de la lírica―. Pero la poesía lírica también tiene algo de las destrezas de Euterpe ―musa de la música―; pues en especial, con el verso libre, es en el ritmo donde el artista debería poner extrema atención para componer su partitura poética y hacer de ella algo hermoso, no ya solo por la evocación de imágenes, sino por la cadencia de su lectura que acaba llegando al oído. 

Postulado en aquellas premisas, con mejores o peores resultados, pues el ejercicio de la poesía siempre es un eterno aprendizaje hasta el final de nuestras vidas, o hasta que se seca nuestra cisterna de imágenes ―que lo mismo da― se viene aquí a exponer y diseccionar métricamente y rítmicamente dos poemas que forman parte de la nueva colección que acabo de publicar bajo el rubro de Tempus fugit: obra donde el tiempo cobra especial protagonismo como bien se deja presuponer. Sin entrar ahora en un comentario estilístico, pues no es el motivo de esta entrada, al menos cabe reseñar que en Tempus fugit he buscado la individualidad creadora, plasmando bajo el influjo de los meses otoñales e invernales una obra por la que transitan influencias estéticas a medio camino entre un lirismo impresionista y decadente, y una hondura intimista con aroma a saudade.

Portada de la obra
Analisis métrico y rítmico: poemas nº XII y XVIII

El primer poema se compone principalmente de versos impares eneasílabos, pues siguiendo aquella premisa que dictara el fauno liróforo Pablo Verlaine «prefiere ante todo la música/ y por lo mismo el verso impar». Así pues si el verso impar es enasílabo su música, o ritmo, lo lleva un compas de acentuación fija, establecido en la cuarta y octava sílabas. También hay un verso endecasílabo sáfico (nº 15) que actúa como una suerte de extensión del eneasílabo por su acentuación en cuarta, octava y décima. Con respecto al resto de versos ―pentasílabos y exasílabos― su construcción responde más bien a un recurso enfático o introductorio, y por ello el acento de estos no resulta importante en ellos (versos 1º, 6º y 21º).

Nº XII

01. Se/ cue/lan/ las/ som/bras (exasílabo. Acento fijo versal)
02. por/ las/ ren/di/jas/ de/ los/ sue/ños, (eneasílabo. Acento fijo en cuarta)
03. por/ las/ fi/su/ras/ de/ la/ vi/da, (Ídem)
04. por/ las/ pa/la/bras/ fu/gi/ti/vas (Id.)
05. y/ las/ cuar/ti/llas/ cen/su/ra/das. (Id.)

06. Ex/tra/ñas, len/tas... (pentasílabo. Acento fijo versal) (ritmo yámbico)

07. co/mo el/ tic-/tac/ que/ mar/ca el/ Tiem/po (eneasílabo. Acento rítmico en cuarta)
08. en/ las/ de/rro/tas/ de/ los/ hé/ro/es, (Id., 10-1)
09. co/mo un/ ve/ne/no im/per/cep/ti/ble, (Id.)
10. o/ la/ con/ju/ra/ de/li/ran/te (Id.)
11. an/te el/ a/bis/mo/ de u/na es/tir/pe. (Id.)

12. En/ los/ in/som/nios/ de/ la in/sa/nia, (Id.)
13. tras/ las/ au/top/sias/ del/ psi/quia/tra, (Id.)
14. en/ las/ ti/nie/blas/ del/ re/cuer/do, (Id.)
15. y en/ las/ e/xe/quías/ por/ la e/dad/ per/di/da. (endecasílabo sáfico. Acentos rítmicos en cuarta y octava)

16. Am/bi/guas,/ tré/mu/las/ y/ mu/das, (eneasílabo. Acento rítmico en cuarta)
17. co/mo el/ man/tón/ de/ la/ ti/nie/bla (Id.)
18. o/ los/ la/ti/dos/ de/ la/ muer/te, (Id.)
19. co/mo/ la/ ra/bia/ con/te/ni/da (Id.)
20. o/ la/ trai/ción/ de al/gún/ se/cre/to... (Id.)

21. se/ cue/lan/ las/ som/bras. (exasílabo. Acento fijo versal)

* * *
El siguiente poema ―nº XVIII de la obra―, aún siendo verso libre, está íntimamente ligado a la silva libre impar. Es decir, hay predominancia de versos impares con algún par suelto. Atendiendo a su rima he mantenido una sutil asonancia al final de cada estrofa (o-o) ―salvo en el verso nº5 cuya rima o-o se justifica para adelantar el efecto sonoro de la asonancia en el final de la primera estrofa―; por tanto, mediante el proceso de lectura el oído podrá captar esa musicalidad de la rima dispersa sin, quizá, ser consciente de ello a primera vista. «Adonde no llegan las palabras con sus significados, van las ondas de sus músicas» escribía Valle-Inclán.

Atendiendo al ritmo tampoco he querido dejar que el poema fuera totalmente polirrítmico, para ello, en los casos de versos endecasílabos he mantenido el acento rítmico en sexta ―salvo los nº 22 y nº 24 donde he construido dos endecasílabos dactílicos acentuados en cuarta y séptima sílabas para cambiar el ritmo―. En los eneasílabos su acento rítmico se ha fijado en cuarta y en los heptasílabos tan solo he contado su acento fijo versal (el último del verso) que combina en posición con el rítmico de los endecasílabos. En el caso de los alejandrinos ―compuestos por dos hemistiquios de siete sílabas―, el verso nº 6 tiene su primer hemistiquio terminado en aguda sumando así uno, de la misma forma el nº10 terminan los dos en aguda para reforzar la sonoridad interna del propio verso. Con respecto a los versos tetrasílabos y pentasílabos también funcionan con su acento fijo versal sumado al énfasis que es el que da sentido y justifica, en su cortedad, la utilización de dichos versos como recurso estilístico. Por último hay gran cantidad de palabras con acento prosódico agudo que sirve para enfatizar la lectura.

En total el poema en verso libre se construye a partir de 3 alejandrinos; 14 endecasílabos; 4 eneasílabos; 4 heptasílabos; 2 pentasílabos y 2 tetrasílabos. 

Nº XVIII

01. Fue en/ As/tu/rias, (tetrasílabo. Acento fijo versal)
02. a/llí,/ de/ pie, (pentasílabo 4+1. Acento fijo versal) (ritmo yámbico en agudas enfatiza el verso)
03. des/pués/ de/ re/co/rrer/ —pa/ra_al/can/zar/la—, (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
04. los/ an/gos/tos/ ca/mi/nos (heptasílabo. Acento fijo versal)
05. de/ ca/biz/ba/jos/ he/lio/tro/pos, (eneasílabo. Acento rítmico en cuarta)
06. don/de_en/ sus/ cum/bres/ vi/ des/fi/lar/ hues/tes/ blan/cas, (alejandrino 6+1 y 7. Acentos rítmicos sexta y decimotercera )
07. y/ len/ta/men/te/, sin/ fan/fa/rrias, (eneasílabo. Acento fijo rítmico en sexta)
08. des/cen/der/ has/ta un/ Se/lla_es/tre/pi/to/so. (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)

09. Don/de es/cu/ché el/ au/lli/do/ de/ las/ gai/tas (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
10. e in/ten/té/ com/pren/der/ las/ vo/ces/ del/ do/lor, (Alejandrino 6+1 y 6+1. Acentos en aguda) (Este verso tiene rima aguda interna que enfatiza el primer hemistiquio)
11. al discreto bullir de las cascadas (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
12. des/ci/frar/ los/ por/qués/ de/ las/ ca/í/das, (Id.)
13. y al/ re/pi/car/ de un/ es/qui/lón (eneasílabo 8+1. Acento rítmico en cuarta)[1]
14. —en/tre/ ne/bli/nas/ gla/se/a/do— (eneasílabo. Acento rítmico en cuarta)
15. e/le/var/ mi/ ple/ga/ria/ por/ un/ dios/ si/len/cio/so. (alejandrino. Acentos fijos versales en sexta y decimotercera)

16. A/llí/ pro/bé/ sus/ rús/ti/cos/ man/ja/res (endecasílabo. Acento enfático y rítmico en sexta)
17. de/ lí/vi/dos/ ma/ti/ces, (heptasílabo. Acento fijo versal)
18. y es/can/cié, en/ un/ va/so/ sin/ fon/do, (eneasílabo. Acento rítmico en cuarta)[2]
19. a/quel/ vi/vo e/li/xir/ de/ pe/ri/do/tos. (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)

20. Des/cu/brí... (trisílabo 3+1. Acento fijo versal)
21. Las/ li/te/ra/rias/ ca/lles/ de/ Ve/tus/ta (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
22. ba/jo/ sus/ mil/ can/de/la/bros/ noc/tur/nos, (endecasílabo dactílico. Acentos rítmicos en cuarta y séptima)
23. y un/ ca/fé/ com/par/ti/do (heptasílabo. Acento fijo versal)
24. tren/zó/ los/ dul/ces/ en/sa/yos/ del/ go/zo. (endecasílabo dactílico. Acentos rítmicos en cuarta y séptima)

25. Re/cuer/do/ có/mo/ pla/yas/ de/ to/pa/cio (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
26. ce/ñí/an/ la/ son/ri/sa/ del/ o//a/no, (endecasílabo 12-1. Acento rítmico en sexta)
27. y/ lí/ri/cos/ al/ba/tros/ bus/ca/ban/ su/ co/bi/jo (alejandrino. Acentos rítmicos en sexta y decimotercera)
28. en/ los/ fa/ros/ si/len/tes/ y/ re/mo/tos. (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)

29. Fue en/ As/tu/rias, (tetrasílabo. Acento rítmico versal)
30. a/llí/, per/di/do, (pentasílabo. Acento rítmico versal)
31. don/de a/tis/bé —em/pa/pa/do/ del/ si/len/cio—, (endecasílabo. Acento rítmico en sexta)
32. a/ mis/ úl/ti/mos/ á/to/mos/ de has/ti/o (Id.)
33. con/su/mir/se en/ un/ hon/do/ cre/ma/to/rio. (Id.)

Los poemas

Una vez concluido el análisis expongo los poemas, tal cual, para que el lector pueda leerlos sin dificultad, ponderando él mismo si todo lo anterior consignado le ha servido para captar lo que, con mayor o menor suerte por mi parte, se ha intentado transmitir. 

Nº XII

Se cuelan las sombras
por las rendijas de los sueños,
por las fisuras de la vida,
por las palabras fugitivas
y las cuartillas censuradas.

Extrañas, lentas...

como el tic-tac que marca el Tiempo
en las derrotas de los héroes,
como un veneno imperceptible,
o la conjura delirante
ante el abismo de una estirpe.

En los insomnios de la insania,
tras las autopsias del psiquiatra,
en las tinieblas del recuerdo,
y en las exequias por la edad perdida.

Ambiguas, trémulas y mudas,
como el mantón de la tiniebla
o los latidos de la muerte,
como la rabia contenida
o la traición de algún secreto...

se cuelan las sombras.

* * *

Nº XVIII

Fue Asturias,
allí, de pie,
después de recorrer —para alcanzarla—,
los angostos caminos
de cabizbajos heliotropos,
donde en sus cumbres vi desfilar huestes blancas,
y lentamente, sin fanfarrias,
descender hasta un Sella estrepitoso.

Donde escuché el aullido de las gaitas
e intenté comprender las voces del dolor,
al discreto bullir de las cascadas
descifrar los porqués de las caídas,
y al repicar de un esquilón
—entre neblinas glaseado—
elevar mi plegaria por un dios silencioso.

Allí probé sus rústicos manjares
de lívidos matices,
y escancié, en un vaso sin fondo,
aquel vivo elixir de peridotos.

Descubrí...
las literarias calles de Vetusta
bajo sus mil candelabros nocturnos,
y un café compartido
trenzó los dulces ensayos del gozo.

Recuerdo cómo playas de topacio
ceñían la sonrisa del océano,
y líricos albatros buscaban su cobijo
en los faros silentes y remotos.

Fue en Asturias,
allí, perdido,
donde atisbé —empapado del silencio—,
a mis últimos átomos de hastío
consumirse en un hondo crematorio.


[1] En este caso el acento en cuarta tiene una sílaba tónica adyacente antirrítmica, la cual en su lectura rompe o suaviza el efecto del acento rítmico fijo.  
[2] Al igual que en el anterior eneasílabo―pero con más razón― los acentos antirrítmicos que flanquean el artículo indeterminado “un” provocan que se matice la acentuación de su acento. Por ello mismo podría el lector poner el énfasis del ritmo en la tercera y quinta sílabas cambiando así el efecto melódico del verso.