jueves, 12 de enero de 2017

Derivas e impresiones (I)



 (Palabras liminares)


De escritura itinerante podrían calificarse estos fragmentos de prosa lírica; literatura viva y escrita al socaire de la casualidad, del ojo que observa más que ve, y donde el estado de ánimo influye en sus tonalidades. Derivas e impresiones es una obra construida bajo el prisma caleidoscópico del flâneur, donde el tema no es otro que la propia vivencia estética: hay una mirada a lo efímero, a lo cotidiano, e, incluso, a la naturaleza urbana, ¿por qué no?, en muchas ocasiones preterida por los habitantes de las grandes ciudades. En definitiva se trata de convertir el exterior en un inmenso estudio de artista, y crear allí una obra que no sea otra que el propio sentir del Tiempo.
 
12. Ene. (El ocaso)
Escapó inesperadamente el gélido aire de las semanas anteriores. El cielo encapotado con arreboles encendidos, tan encendidos que asemejaban un rosal de igníferos pétalos donde se colaban algunas fracturas rellenas con engrudo azul; recordaste aquellos cuadros paisajistas ―a plein air  apuntaban los franceses―. En el fondo todo formaba parte de una obra pictórica, de un cuadro donde tú mismo no eras sino una consecución circunstancial de líneas y puntos al óleo: tus manos no eran de carne sino de aceites y pigmentos; los perros ladrando brochazos negros; los vehículos expulsando trazos grises; y las terrazas apuntilladas suavemente de ámbares, cárdenos y algunos matices de sonetos fallidos. Pero cayó el sol y todo volvió a su sitio ―hartante y familiar―. No fue más que el arrebato de un incipiente fracaso fecundado por la lasitud.