(Palabras liminares)
De escritura
itinerante podrían calificarse estos fragmentos de prosa lírica; literatura
viva y escrita al socaire de la casualidad, del ojo que observa más que ve, y donde
el estado de ánimo influye en sus tonalidades. Derivas e impresiones es una obra construida bajo el prisma
caleidoscópico del flâneur, donde el tema no es otro que la propia
vivencia estética: hay una mirada a lo efímero, a lo cotidiano, e, incluso, a la
naturaleza urbana, ¿por qué no?, en muchas ocasiones preterida
por los habitantes de las grandes ciudades. En definitiva se trata de convertir el exterior
en un inmenso estudio de artista, y crear allí una obra que no sea otra que el
propio sentir del Tiempo.
12. Ene. (El ocaso)
Escapó
inesperadamente el gélido aire de las semanas anteriores. El cielo encapotado
con arreboles encendidos, tan encendidos que asemejaban un rosal de igníferos
pétalos donde se colaban algunas fracturas rellenas con engrudo azul;
recordaste aquellos cuadros paisajistas ―a plein
air apuntaban los franceses―. En el
fondo todo formaba parte de una obra pictórica, de un cuadro donde tú mismo no
eras sino una consecución circunstancial de líneas y puntos al óleo: tus manos
no eran de carne sino de aceites y pigmentos; los perros ladrando brochazos
negros; los vehículos expulsando trazos grises; y las terrazas apuntilladas
suavemente de ámbares, cárdenos y algunos matices de sonetos fallidos. Pero
cayó el sol y todo volvió a su sitio ―hartante y familiar―. No fue más que el
arrebato de un incipiente fracaso fecundado por la lasitud.
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