domingo, 7 de mayo de 2017

Derivas e impresiones (V)


6. May. (El tiovivo)
Por el ‘Paseo del Espolón’
de la antigua Caput Castellae

Aquel tiovivo parecía girar y girar contra el Presente, girar y girar dando recreo con sus caballos y carros a una sola edad hundida en las raíces de la memoria. Dos incólumes reyes capturados por una estética ajena, guarecían, en pétrea palidez, los escalones de la carrera circular. La arboleda se intuía copiosa, y esculpida para armonizar con el paseo mientras trabajaba, servil, conteniendo una brisa que apenas alborotaba los lacados cabellos de ampulosas señoras. Al lado, un banco huérfano aguardaba la charlatana irrupción de alguna pareja, con la esperanza de ser, otra vez, íntimo testigo del amor inmarcesible.
También el Arlanzón, desprendido y transparente, alborotaba con timidez la cretona verde y florida de sus riberas: revelaba en arrullos el verdadero secreto de la Eternidad. Y el tiovivo, ganoso, giraba y giraba contra el Presente en ilusoria intención de hacerlo girones. Al momento dio la apariencia que todo se hubiera capturado en una fotografía: se pintó el sosiego; se aquietó, cadencioso, el tiovivo; y brilló un fonógrafo con partitura pueril. Tu memoria, entonces, retornó hasta las huidizas fantasías de la infancia.


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