miércoles, 1 de agosto de 2012

Ars poética "La ménade"

1. La leyenda

Contaban los antiguos griegos en una de sus mágicas leyendas que un buen día un sileno que tocaba el aulós —instrumento creado y maldecido por la diosa Atenea— tuvo la osadía de retar en un duelo musical a Apolo, insuperable tañedor de la lira. La deidad aceptó el reto y las nueve musas actuaron como justas jueces de tal competición. En una primera ronda las musas determinaron que tanto Marsias como Apolo habían producido músicas igualmente formidables, así que Apolo, al verse afrentado comenzó a tocar la lira boca abajo, Marsias se vio incapaz de hacer lo mismo con su aulós y las jueces declararon vencedor al dios. Como castigo el sileno fue colgado de un pino y desollado vivo por el vencedor.

Apolo y Marsias de José Ribera

Esta leyenda un tanto brutal —como tantas otras griegas—, es realmente una metáfora del eterno enfrentamiento entre el mundo civilizado y ordenado representado por Apolo, y el mundo bárbaro y rebelde representado por el sileno. Es decir representa el triunfo del mundo helénico sobre los "otros". Hoy día que vemos a Grecia inmersa en una gravísima crisis política y financiera, y a sus herederos, la vieja Europa occidental, en grande recesión, parece un buen momento para replantearse el verdadero papel de ese mundo "civilizado" en el orbe y el precio que sus hijos han tenido que pagar por vivir en la quimera del bienestar. 

El poema de hoy esconde por tanto una crítica a la situación del sistema actual. Cuenta la historia de una ménade —ninfa cortesana de Dioniso, y compañera de los sátiros— que llega al mundo para cobrarse venganza  por la muerte de su compañero Marsias; la venganza se produce con un nuevo duelo que enfrenta a la ninfa dionisíaca y salvaje con un bardo apolíneo de costumbres "rectilíneas", máximo representante  del mundo civilizado. Tras embriagarlo y poseerlo la ninfa acaba con él. Y es que esta historia lo que busca es mostrar como nuestro mundo ordenado y civilizado no ha resultado ser tan perfecto como creíamos la mayoría, haciéndonos ver que quizás si prestamos más atención a esas "otras" sociedades, antes tratadas con cierta displicencia, la solución para esa rimbombante refundación de Europa sea aún posible.

Muerte de Orfeo, de Émile Lévy (1866) representa a las ménades dando muerte al bardo Orfeo.


La ménade 

A las eternas y angostadas soledades
donde suspiros de sensibles
melancolías con sus gélidas saudades
formaron reinos, donde aqueos imbatibles
mitologías escribieron increíbles;


llegó una ménade doncella de Dionisos,
traía un tirso, y vaporosas
telas frugales con radiantes y albos visos.
Fuerza en los ojos de mil razas poderosas,
dulces turgencias generosas;

se adiademaba de azabache cincelado,
y melodiosa la ancestral
flauta de Marsias resoplaba con halago.
Se mostraba como purífica vestal
mas cobijaba en su interior provecto mal.

Cerca la cuerda de los bardos apolíneos
bien trepidante y afiebrada,
tañía un joven de principios rectilíneos,
un joven estro de templada
dicha a su música canora consagrada.

Bailó la ménade retando con sus diestras
y sugestivas curvaturas
al bardo aliento, crepitaron las maestras
fuerzas telúricas, latieron nervaduras
en sus sincéricas y vivas partituras.

Bajo un ligero y musical brillo sidéreo
los instrumentos se abrazaron,
se prometieron, se entendieron y al aéreo
y lampadario cielo donde se gozaron
enardecieron los delirios que ofrendaron.

Ya repitiendo aquella olímpica contienda
de Apolo y Marsias, lira y flauta,
celeste y tierra, revivieron la leyenda
donde las musas fueron jueces, y la cauta
y fugaz ninfa navegó cual tenaz nauta.

Quedó agotado por la hipnótica lujuria
el joven vate, y penetrante
la vil garganta de la fémina, con furia,
libró soplidos de rasgante
y deletérea indiferencia flagelante.

Las sacudidas se escucharon como notas
arrulladoras y sanguinas,
y las mortales melodías tan ignotas
lividicieron con neblinas
aquellas bárdicas canciones ambarinas.

Así la ninfa resarcida, triunfalmente
al dionisíaco palacio lubridoso
voló con gracia refulgente,
voló con ansia nebuloso
portando el halo de un poema penumbroso.

Y aquella lira rota y flébil sus canciones
mudas dejó; el Aquilón entristecido
con ululantes oraciones
la recordó, y un suave silbo humedecido
la embravecida mar rasgó como alarido.



2. Estructura del poema.

El poema está compuesto por estrofas de cinco versos inspiradas vagamente en las liras tradicionales. En este caso los versos son  tridecasílabos y eneasilabos de rima consonante y construidos por periodos prosódicos de cinco y cuatro sílabas: 5+4+4 y 5+4. Los acentos rítmicos se encuentran en la cuarta, octava y decimosegunda sílaba. A continuación, para aquellos lectores que estén realmente interesados por la construcción de los periodos prosódicos se muestra el poema dividido en sus respectivos para una mejor comprensión.

A las eternas/ y angostadas/ soledades
donde suspiros/ de sensibles
melancoas/ con sus li/das saudades
formaron reinos,/ donde aqueos/ imbatibles
mitoloas/ escribieron/ increíbles;


llegó una na/de doncella/ de Dionisos,
traía un tirso,/ y vaporosas
telas frugales/ con radiantes/ y albos visos.
Fuerza en los ojos/ de mil razas/ poderosas,
dulces turgencias/ generosas;

se adiademaba/ de azabache/ cincelado,
y melodiosa/ la ancestral
flauta de Marsias/ resoplaba/ con halago.
Se mostraba co/mo pufi/ca vestal
mas cobijaba en/ su interior pro/vecto mal.

Cerca la cuerda/ de los bardos/ aponeos
bien trepidante/ y afiebrada,
tañía un joven/ de principios/ rectineos,
un joven estro/ de templada
dicha a susi/ca canora/ consagrada.

Bailó la na/de retando/ con sus diestras
y sugestivas/ curvaturas
al bardo aliento,/ crepitaron/ las maestras
fuerzas teri/cas, latieron/ nervaduras
en sus sinri/cas y vivas/ partituras.

Bajo un ligero y/ musical bri/llo sireo
los instrumentos/ se abrazaron,
se prometieron,/ se entendieron/ y al aéreo
y lampadario/ cielo donde/ se gozaron
enardecieron/ los delirios/ que ofrendaron.

Ya repitiendo a/quella olímpi/ca contienda
de Apolo y Marsias,/ lira y flauta,
celeste y tierra,/ revivieron/ la leyenda
donde las musas/ fueron jueces,/ y la cauta
y fugaz ninfa/ nave cual/ tenaz nauta.

Quedó agotado/ por la hipti/ca lujuria
el joven vate, y/ penetrante
la vil garganta/ de la mi/na, con furia,
libró soplidos/ de rasgante
y delerea in/diferencia/ flagelante.

Las sacudidas/ se escucharon/ como notas
arrulladoras/ y sanguinas,

y las mortales/ meloas/ tan ignotas
lividicieron/ con neblinas
aquellas bárdi/cas canciones/ ambarinas.

Así la ninfa/ resarcida,/ triunfalmente
al dionia/co palacio/ lubridoso
voló con gracia/ refulgente,
voló con ansia/ nebuloso
portando el halo/ de un poema/ penumbroso.

Y aquella lira/ rota y flébil/ sus canciones
mudas de; *el/ Aquilón en/tristecido
con ululan/tes oraciones
la recor, y un/ suave silbo hu/medecido
la embravecida/ mar ras co/mo alarido.


------------------
* "dejó; el" En este caso al haber una pausa larga por el punto y coma se ha optado por hacer una dialefa y no unir "dejó-el"

15 comentarios:

roberto dijo...

Amigo Delgado, gracias por desasnarme
con tamaña enseñanza. Me gustaría saber un poquito de lo que ud. sabe, y así mejorar mi lírica.

Un fuerte abrazo.

Delgado dijo...

Roberto si este "ars poética" te ha sido de interés me quedo muy agradecido, cada cual práctica un estilo pues la lírica es variada como lo son sus seguidores. Tan solo intento mostrar el mío para una mejor comprensión

Un abrazo.

balamgo dijo...

Una lección magnífica!
Abrazos.

Abejita de la Vega dijo...

Ayuda mucho el que nos hayas señalado los acentos. Así captamos mejor la música de tu poema. No es fácil leer versos, un mal recitador puede trocarlos en masa incomible.

Qué cueldad más tremenda la de estas historias mitológicas. Con lo bella que es la palabra aulos, aulos, qué bien suena.

Un abrazo

maite dijo...

magnífica entrada, querido delgado! y admirable enseñanza para las actuales 'doncellas de Dionisos'...
Resonando siglos de historia de pasividad para la mujer, su poema logra, con sumo esplendor, rescatar el ser femíneo de siglos y siglos de aniquilación por parte del ideal androcéntrico.
Cual posmoderna medusa, su ménade ensalza las cualidades mujeriles de belleza, seducción, lujuria y determinación.
sin embargo, llama la atención su voluntad de presentar el atávico mito mediante una actual reexaminación de la representación de la ménade: con respecto a la antigua leyenda, su modelo femenino resulta anacrónico con el actual arquetipo femenil: la mujer aquí encarna sí la icona de mujer 'activa', que expresa su naturaleza meduséa sólo a través de la imagen corporal; sin embargo, por otro lado, no es posible asimilar su figura a la de la 'antigua' ménade que, después de la victoria con el hombre, está destinada a un destino funesto: su propia soledad.
por tanto, la visión de la mujer que este poema ofrece a los/las lectores/as del siglo XXI se embebe de un cautivador interés, en tanto que simboliza, cual prototipo de las luchas feministas, la mujer 'no- angélica' que trascende los ancestrales binarismos de actividad/pasividad, cultura/naturaleza, sentimientos/racionalidad que veían al ser femenino como un 'segundo sexo', a favor de una más cautivadora seducción hacia las ninfas vitales de la existencia humana.
Enhorabuena, pues, por haber ofrecido esta nueva perspectiva del mito, para demasiado tiempo asimilado a la 'crueldad' seductora de la mujer, una salomé-carmen siempre en busca de anhelos deletéreos.
de parte de una alma seducida por la belleza y el milagro de la sublimidad mujeril, le lleguen mis agradecimientos por haber enriquecido la tradición feminista y femenina del esplendor que procede de este poema, transmisor de la luminosidad de la mirada femenina, ser que enriquece el mundo con su osadía vital.

Delgado dijo...

Balamgo: me alegra tu interés compañero.

Abejita: como bien dices, parte importante del poema son los acentos, pues estos marcan el ritmo del poema, sobre todo en este formado por periodos prosódicos. Con respecto a lo de las leyendas, los antiguos griegos fueron un gran pueblo en su época, pero como todos los pueblos también supieron ser crueles.

Delgado dijo...

Maite: Una vez más su prolijo y concienzudo comentario me deja arrobado por su profundidad. Como bien dice, este personaje se aleja de la tradicional belleza salvífica de la mujer, si bien no tanto de la femme fatal. Aunque en este caso no se trata tanto de un ser maligno, sino de una mujer justiciera que enarbola el estandarte de la sociedad presente, frente al cierto anacronismo que representa el bardo apolíneo. Claramente me nutro de ciertos tipismos que son inherentes a una poesía que se nutre de los próvidos campos modernistas, si bien es cierto que remozada por cien años de avances literarios y sociales.

Mis más sinceros deseos de amistad por mi parte, espero que siga con sus interesantes análisis. Un cordial saludo.

Carla dijo...

Delgado, venir a tu blog es aprender y enriquecernos un poco más porque es un rincón donde se aprende, no sólo, el ritmo y la construcción de los versos, sino a descubrir a grandes poetas, eres la enseñanza personificada, y tu blog un mundo de riqueza. Gracias, mil por todas tus enseñanzas.

Besos.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Delgado:

Gracias por la lección, trataré de sacarle buen provecho, porque yo soy totalmente autodidacta en el asunto.

Un abrazo.

Delgado dijo...

Carla: Hermosas y animosas palabras las tuyas, ya sabes que eres una de las bienvenidas a este pequeño rincón del arrumbado mundo de la lírica.

Rafael: compañero en la brega de la lírica, son los autodidactas aquellos que libres de la pesada carga de academicismos altivistas, están más preparados para practicar y experimentar con las formas hasta dar con otras nuevas.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente tu propuesta rítmica y el juego intertextual y la ironía. pero pemíteme: ni aun colgando boca abajo a muchos que se lo merecen saldremos de esta...
Saludos. EStoy de regreso de mis vacacinones.

Delgado dijo...

Y cuánta razón tienes Pedro, no hay ramas para tanto culpable.

Bienvenido de nuevo.

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Delgado:

Muchas gracias por el comentario tan amable que dejaste en mi última entrada de mi blog, realmente me halaga viniendo de una persona tan ilustrada como tú.

Un abrazo.

mariarosa dijo...

¡Que entrada Delgado!

Un ejemplo de como se debe escribir poesía.

Gracias.

mariarosa

Desde el bar dijo...

¡¡Asombrado!!

No se explicarte que me asombra más, si la vida de estos poetas o tu conocimiento y sabia explicación.

Saludos.

Ale