miércoles, 13 de junio de 2012

Manuel Machado, París y la pintura.


1. Manuel Machado y sus tres estadías interseculares parisinas.

Un anuncio publicitario en 1905 afirmaba sobre Manuel Machado que era “el Verlaine español”1, y no andaban mal encaminados los publicistas con tal afirmación. Manuel Machado más que su hermano tuvo una grandísima filiación por París y la literatura proveniente de allende los Pirineos. Tres fueron las principales estadías de Manuel Machado en la vieja Lutecia durante su etapa modernista:
En la primera, entre marzo de 1899 y diciembre de 1900, trabajó como corresponsal del periódico El País; en esa primera visita embeberá las principales corrientes líricas que por tales años interseculares bullían esplendentes por las tertulias de la capital francesa. Allí, por inmediación de Gómez Carrillo —el más grande cronista de la bohemia parisién en lengua hispana — alquiló una habitación en el hotel Médicis —frecuentado en su día por Verlaine— donde vivirá con su hermano llegado en junio de ese mismo año. Los Machado establecerán entonces relaciones con personajes de la talla de Alejandro Sawa, uno de los pocos españoles que trataron directamente al Fauno; Pío Baroja que por aquellos años todavía no renegaba de la vida bohemia; el poeta Jean Moréas2, con el cual Manuel llegaría a trabar muy buena relación; y el gran prócer del esteticismo finisecular Oscar Wilde, del que recogerá en una crónica3 para El País una interesante anécdota al respecto de” la joya maldita” que adornaba su anillo.
En octubre retornó Antonio a España, pero Manuel por contra, ebriosa su alma de los luceros parisinos, continuó por la capital en una residencia de Montmartre donde se prodigarían otras conspicuas plumas como las de Rubén Darío o Amado Nervo4 entre otros. Y es que para 1900 se celebró la admirada Exposición Universal que sirvió de escaparate para los nuevos inventos de la ciencia que atrajeron las miradas de todo el mundo conocido.
Machado por entonces también trabajó para la editorial Garnier como traductor, y será así, en ese contexto parisino, lírico y moderno, cuando en los últimos meses de su estadía el poeta comienza a escribir los primeros versos de Alma.
A su regreso M. Machado junto con su hermano, F. Villaespesa y poco después J. R. Jiménez desempeñarán las tareas de heraldos y muñidores de las nuevas corrientes estéticas. En 1901 fundarán la revista Electra, escaparate de la gente nueva donde se irán publicando algunos de los poemas que formarán, finalmente, parte de Alma. Su primera edición salió a comienzos de 1902 y allí fluirán con gran derroche muchas de las sutilezas poéticas y afrancesadas aprendidas. Ejemplo de ello son los poemas con títulos tan esclarecedores como Versailles o Figulinas.

En abril de 1902, poco después de la publicación de Alma, Manuel Machado vuelve a París con su hermano, continua su relación con Gómez Carrillo, el cual ya había prologado su traducción de Fiestas Galantes. Poco después llegarán los otros hermanos: José y Ricardo, todos juntos parece que corrieron buenas andanzas de bohemios, su hermano Antonio, por ejemplo, incluso llegará a ser expulsado de la embajada guatemalteca por el propio Carrillo debido a su estrafalaria vestimenta. Y es que en esto de vestimentas parece que Antonio debía ser algo descuidado. Cansinos-Assens uno de los más acertados memorialistas de la bohemia española decía de él en su obra Novela de un literato:
 
Manuel, efusivo, ligero, chispeante, andaluz, pizpireto; Antonio, serio, ensimismado, meditabundo, lacónico como un espartano, descuidado en su atuendo, con manchas de ceniza y alcohol en su traje viejo y raído.
Curiosa descripción que dice mucho del poeta intimista que era Antonio.

Aún tendrá tiempo Manuel Machado de volver a París entre 1908 y 1909, pero esta vez solo, su hermano trabajaba por entonces como profesor de francés en Soria, y se hallaba inmerso en plenas cortejeces hacia la núbil Leonor Izquierdo. Hay que decir que para Manuel Machado, el París de 1909, ya no será el de 1899, en esa tercera estadía vagará más solo que acompañado por París, los años locos de juventud habían pasado, y de los viejos compañeros de andanzas pocos quedaban.
En esta situación se mantendrá el poeta realizando varias traducciones para la editorial Garnier y dejando correr el tiempo una y otra vez entre las maravillas expositivas del Louvre.
Finalmente, consumido por el hastío bohemio y el esplín de un París que ya no era el suyo, vuelve a España para desempeñar cargos no menos inestables, por ejemplo, como el de secretario de Rubén Darío en la embajada de su país. Fruto de este hartazgo vital y consciente del fin de una época: su época, saldrá el celebérrimo El mal poema
Unn año después publicará Apolo. Museo pictórico (1911) donde recoge toda una suerte de sonetos parnasiano-simbolistas, que rinden homenaje a diferentes obras maestras de la pintura.

Manuel Machado se acabará casando en 1910, cuando el modernismo empezaba a dar muestras claras de agotamiento, y cuando el espíritu inquieto del vate mostraba también los pródomos del cansancio. A partir de esos años la quietud y estabilidad serán su preferencia. En 1912, conseguirá aprobar un plaza en el Cuerpo Facultativo de Archivero, Bibliotecarios y Arqueólogos; y por otro lado continuarán sus colaboraciones periodísticas en títulos de prensa como La Libertad o El Liberal, llegando incluso a desarrollar una prolija obra dramática en colaboración con su hermano, aunque todo esto corresponde a otros capítulos que no nos toca relatar aquí pues otros vendrán y cantarán mejor5.

Recopilando para lo que nos trae aquí el asunto, Manuel Machado trajo de París para sí, un peculiar matiz verleiniano que hoy se puede rastrear en Alma y Caprichos respectivamente. También el uso de versos cortos, rimas internas, vagas y atonales así como unas temáticas sacadas de “La comedia del arte” Ejemplo: Patomima, Pierrot o Arlequín; o del ambiente versallesco y la pintura, ejemplos: Watteau en Figulinas, Versailles, etc. 

Gilles, personaje de La comedia del arte, A. Watteau
Veamos algunos ejemplos: 

Pierrot y Arlequín,
       mirándose sin
       rencores,
       después de cenar,
       pusiéronse a hablar
       de amores.
Pierrot y Arlequín, Caprichos (1905)

Ha llamado a mi puerta
el Carnaval, vestido
de Pierrot. “Está abierta
mi puerta. Pasa...” Y ante mí, aterido
blanca la faz de harina
las manos exangües, ha caído
muerto el pobre Pierrot. ¿Y Colombina?
Colombina... se ha ido.
Escena última, Caprichos (1905) 



2. Manuel Machado y la pintura.


2.1 Los orígenes de la sensibilidad.

Manuel Machado fue uno de los poetas modernistas que mejor, y con más ahínco, supieron tratar el mundo de la pintura a través de las Letras. En el apartado anterior nos referimos a París como uno de los principales focos que iluminó al bardo para configurar su propio bagaje intelectual. Pero no fue solo la influencia de París, con sus efluvios simbolistas y parnasianos, quien configuró el intelecto del tañedor hispano. El contacto de Manuel Machado y sus hermanos con las Bellas Artes era atávico. No andaríamos desacertados imaginando a los pequeños Machado saciando su sed con los prodigosos búcaros de Atenea y las nueve musas para mayor gloria de nuestras artes y letras.

Y es que la atracción de la familia Machado por la cultura venía ya de lejos, su padre, Antonio Machado Álvarez fue un importante folclorista que recogió y estudió la lírica tradicional española; por otro lado su abuela paterna fue una respetada pintora —entre otras cosas— de la época isabelina. Tampoco podemos olvidar que uno de los hermanos, José Machado, dedicó los esfuerzos a blandir sus pinceles contra los lienzos. Por así decirlo, el ambiente familiar en el que creció Manuel era tan propicio culturalmente hablando, que de una u otra forma, la pintura formó parte fundamental de su desarrollo.
Hay un tercer factor que no puede obviarse para comprender la intelectualía machadiana: y es la influencia del Krausismo a través de la Institución de Libre Enseñanza6. Fue alumno de esta escuela entre 1883 y 1889, y además, esa institución colaboró en su día con el padre en sus estudios de folclorismo. Así, una formación pedagógica y liberal que fomentaba el aprendizaje directo, evitando en todo lo posible la mera absorción de datos por medio de excursiones al campo, museos, etc., terminó de moldear el abierto intelecto de Manuel Machado y sus hermanos.


2.2 Las formas pictóricas modernistas.

La ideas de la poesía hermanada con la pintura no era invento del siglo XIX, varios siglos de tradición corrían sobre sus espaldas. Pues desde la época de los antiguos clásicos estas habían sido declamadas: el poeta Símónides de Ceos (s VI/V a.C) decía al respecto.


"La pintura es poesía silenciosa, y la poesía es pintar con el regalo de la palabra"


Otros como Horacio (s. I a.C) o el propio Leonardo da Vinci (s. XVI) también recogieron frases semejantes.


“Como la pintura, así es la poesía: una te cautivará más cuanto más cerca estés de ella, y otra cuanto más lejos te encuentres; ésta requiere ser vista en la oscuridad, aquella otra a plena luz, pues no teme el examen penetrante del crítico; ésta gustó una sola vez, aquélla, aun diez veces vista, seguirá gustando” Horacio


Lo que pasó entonces es que la vieja creencia en la fusión de las Bellas Artes fue recogida por el modernismo, que la desarrolló y quizás amplió hasta límites insospechados, usando para ello las herramientas que proporcionaron el simbolismo, impresionismo y prerrafaelismo.

Veamos ahora las principales corrientes pictórico-literarias que sirvieron a los poetas en su mímesis:


El impresionismo: El poeta pinta la naturaleza, pinta el exterior, pero no de forma realista, se representa una naturaleza filtrada a través de los sentidos, la captación de matices llega por los estímulos que el paisaje ha producido. En ocasiones la utilización de sinestesias, de versos cortos y repetitivos, del uso de metáforas, anáforas, aliteraciones, etc, actúan a imitación de esas pinceladas cortas y repetitivas que se dieron tantas veces en las pinturas de los impresionistas.


Alma son de mis cantares,
tus hechizos...
Besos, besos
a millares. Y en tus rizos,
besos, besos a millares.
¡Siempre amores! ¡Nunca amor!
Encajes, Alma (1902)


Es la mañana
el sol está
nácar y grana—
peinado ya.
Y el campo, ahora,
dora y colora.

Su oro deslíe
en el azul.
El río ríe.
La brisa de tul
nocturno pliega
...Y huyendo juega.
Es la mañana, Alma, museo los cantares (1905)


El prerrafaelismo: recordemos antes que nada que el gran guía de ese movimiento pictórico —Dante Gabriel Rossetti— manejó con sobrada destreza tanto el pincel como la pluma. Aún hoy, entre los espíritus sensibles de la poesía se recuerdan con admiración aquellos versos dedicados a la gran musa de la Hermandad: Elizabeth Siddal. La frescura de esta corriente estética amiga del primitivismo y medievalismo, cargado de simbolismos —especialmente en su vertiente dantiana—, como el lirio emblema de pureza, mujeres misteriosas y hechizantes, jardines y florestas coloristas u oscuradas, hacen sumergirse al receptor en una embriaguez de sensaciones. Estos recursos fueron bien recogidos por los modernistas. Otros como la meretriz, la femme fatal y la femme salvífica, también encuentran su hueco, pues las mujeres desplazadas de los cánones burgueses se hermanan con los mismos artistas, que al igual que ellas, se ven así mismo como una suerte de marginales.

El despertar de la conciencia, de W. H. Hunt.
Esta obra fue muy criticada por lo libidinoso de la escena.

Veamos un ejemplo en Machado:


Crucemos nuestra calle de la amargura
levantadas las frentes, juntas las manos...
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura;
hetairas y poetas somos hermanos!
Antífona, Alma (1902)


También las historias y personajes de la biblia atrajeron a la Hermandad Prerrafaelita, especialmente a Everett Millais y Holman Hunt pero estas imágenes se alejaban del tradicional hieratismo academicista cargado de clichés. 

Cristo en casa de sus padres de John Everett Millais. Asombra la naturalidad de la escena, alejada de cualquier tipo de representación pasional o nimbática.
Ruth y Noemí de Philip Hermógenes Calderón, pintor que sin ser de la Hermandad recibió influencias de estos, especialmente de Millais.


Veamos un ejemplo bíblico en la poesía machadiana.

Una noche esto vio la última estrella...
y en aquel mismo día
pan y amor—, de Israel sobre la tierra,
tomó Booz por mujer a Ruth Moabita.
Ruth, Caprichos (1905)


El simbolismo: se trata de la corriente estética más importante del modernismo, corriente que al igual que pasó con el prerrafaelismo, alcanzó a pintores y literatos por igual, aunque en este caso tuvo a bien prodigarse con mayor profusión en los campos del papel y la pluma. El simbolismo resultaba una mirada hacia el interior, donde las metáforas cobraban una independencia nunca antes conseguida. La palabra pierde el sentido original, se transforma en un símbolo para alumbrar un mundo nuevo de imágenes delicuescentes y vagorosas, los colores dejan de ser meros elementos decorativos para convertirse en transmisores de emociones, etc. En este sentido Francia y poetas como Verlaine y sobre todo Mallarmé son sus más famosos representantes. En pintura el simbolismo tiene entre sus precursores al mencionado Dante Gabrielle Rossetti o a Gustave Moreau, entre otros.

Flora y los céfiros, de John William Waterhouse, pintor a medio camino entre el prerrafaelismo y simbolismo.


Veamos un ejemplo en Manuel Machado:


De violines
fugitivos
ecos llegan...
Bandolines
ahora son.
Y perfume
de jazmines,
y una risa...
Es el viento
quien lo trae...
El viento, Caprichos (1905)



2.3 Hacia Apolo, Teatro pictórico. Museo y Felipe IV
 
       Apolo. Teatro pictórico fue el intento más claro del poeta Manuel Machado por llevar a cabo esa comunión bendita entre la poesía y la pintura. Pues si en Alma, Museo, Los Cantares (1907) los poemas tratados rebasaron el campo de lo pictórico hasta llegar a los literarios, en Apolo. Teatro pictórico todo son obras pictóricas plasmadas en el lienzo del soneto. En el caso de Museo, además, ni tan siquiera son todos sonetos. Prestando atención a su versión primigenia, aparecida en Alma (1902), y formada por tres poemas, solo el soneto a Felipe IV hace una referencia clara a una obra pictórica —y con todo, tampoco se especifica cuál, pues son varios los retratos del augusto Felipe IV con esa descripción—, los otros: Oliveretto de Fermo7, y La corte8 son más bien evocaciones literarias.


Veamos el soneto de Felipe IV.

Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas,
con desmayo galán, un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.










Retratos de Felipe IV por Velázquez.
Obsérvese el detalle de la mano.












Retrato del Infante don Carlos. Obsérvese como este sí lleva un guante cogido
"con desmayo galán".

El poema responde al canon parnasiano,con su predilección por el uso de las formas pictóricas aplicadas a la poesía, así como por los temas históricos o pasados. Además no es casual la elección de la forma del soneto, pues uno de los caballos de batalla en los parnasianos fue siempre la perfección formal. Dicho lo cual, los lectores más avezados también podrán percatarse de esa fragancias simbólico decadentes que expele: cansado el oro de su pelo undoso,/ y de sus ojos, el azul, cobarde. Esas sinestesias actúan como discursos de la decadencia del propio Imperio que tuvo que arrastrar el monarca en su reinado.

En la edición de 1907 de Museo se añadieron otras composiciones provenientes en su mayoría de otras colecciones poéticas, en total Museo se configura con diecinueve poemas distribuidos en cuatro secciones: 1ª ORIENTE: Abel, Ruth, Flores; 2ª PRIMITIVO: Castilla, Alvar-Fáñez, Retablo, Don Carnaval, El rescate, Oliveretto de Ferno; 3ª SIGLO DE ORO: Madrid Viejo, Felipe IV, La corte, Don Miguel de Maraña Vicentelo de Leca, Un hidalgo; 4ª FIGULINAS: Figulinas, Jardín neoclásico, Versailles, Fin de siglo, Aquí, en España.

Veamos ahora un ejemplo de poema alejado de los cánones parnasianos, más cercano al gusto Fin de siécle, con referencias al alambicado fin de siglo XVIII, temática francesa:

Fin de siglo

Fue Florián el poeta
de las mejores Amintas
y Batilos, rimador
de una Arcadia elegantísima,
correcta... y un poco sosa
para los que no sabían
que Filis era en la Corte
dama de honor, y Clorinda
mariscala, presidenta,
senescala o camarista.
Estas Filis, Tirsis, Cloris,
Amarilis9... estas lindas
pastoras de porcelana
de Sévres, eran la vida
del dieciocho francés,
siglo de encajes y rimas,
minuetos, clavicordios...
galante, enciclopedista,
que pintó las miniaturistas
e inventó la guillotina.

Madrigalesco y eglógico
y cortesano, sabía
hacer la guerra entre encajes
y enamorar entre rimas
sonriendo... Entonces era
la religión la sonrisa;
la ley, ser cortés; la moda,
las pastoriles poesías...
y Florián, el mejor
de los cantores de Amintia...
Se sabe que Florián10
le pegaba a su querida 11.


2.4 Apolo. Teatro pictórico.

Si en Museo vimos referencias no solo pictóricas, como si de un museo de historia se tratara, en Apolo. Teatro pictórico, estamos ante una verdadera pinacoteca, quizás la écfrasis sea más evidente cuando al referirse a obras concretas e individualizadas, salvo en casos como las de la escuela sevillana o escuela francesa, pero no por ello se dejan de transmitir las sensaciones y emociones del poeta, los símbolos están tan presentes o más que en el soneto de Felipe IV. Así, Manuel Machado aparece ante el lector como un guía, un guía poético que ante obras concretas e individualizadas nos explica líricamente cada uno de los lienzos que ha tenido a bien plasmar en su sala. El parnasianismo es claro, todas las composiciones son sonetos, y estos actúan como un nuevo lienzo donde trasladar el dibujo a un nuevo formato: el de los versos. La versión de 1911 añadió una novedad que no hizo sino mejorar la ya mencionada hermandad de las artes: en doce de los veinticinco poemas de Apolo hay ilustraciones encartadas con el objetivo claro de hacer que esa écfrasis sea mejor captada por el receptor aumentando así la fruición producida con la cadente corriente de versos que dejan fluir las páginas de Apolo.

Veremos ahora el índice con la lista de cuadros y artistas que aparecen en la obra de Machado y por último algunos ejemplos.

Índice de ilustraciones:
Artista
Cuadro
Con o sin ilustración






Beato Angélico
La anunciación
Ilus.
Van-Laet
Dña Juana la Loca
Ilus.
Sandro Boticelli
La primavera
No ilus.
Leonardo da Vinci
La Gioconda
Ilus.
Tiziano
Carlos V
Ilus.

Desnudos de mujer
Ilus.
Veronés
Asuntos bíblicos
No ilus.
Rubens
La Kermesse
No ilus.
Rembrandt
La lección de anatomía
No ilus.
Zurbarán
Entierro de un monje
No ilus.
Greco
El caball. de la mano en el pecho
Ilus.
Velázquez
La infanta Margarita
Ilus.

Don Juan de Austria
Ilus.
Murillo
Escuela sevillana
No ilus.
Van-Dyck
Un príncipe de la casa de Orange
Ilus.
Teniers
Escenas de costumbres
No ilus.
Escuela francesa
Siglo XVIII
No ilus.
Watteau
L' indifferent
No ilus.
Goya
La reina Mª Luisa
Ilus.

Carlos IV
Ilus.

Los fusilamientos de la Moncloa
No ilus
Gavarni
1850
No ilus.
Manet
El balcón abierto
No ilus.
Sergent
Carmencita
Ilus.


Ejemplo 1º


La campanada blanca de maitines 
al seráfico artista ha despertado
y, al ponerse a pintar, tiene a su lado
un coro de rosados querubines
Y ellos le enseñan como se ilumina
la frente, y las mejillas ideales
de María, los ojos virginales,
la mano transparente y ambarina.
Y el candor le presentan de sus alas
para que copie su infantil blancura
en las alas del ángel celestial,
que, ataviado de perlinas galas,
fecunda el seno de la virgen pura,
como el rayo del sol por el cristal.
La anunciación de Beato Angélico.

Este poema abre la serie Apolo, su autor Fra Angélico fue un fraile dominico y artista cuatrocentista, vemos como el soneto parece aludir a las diversas partes de la enunciación, de esta forma no se limita a describir la obra, de echo lo hace vagamente y tomándose las libertades ya acostumbradas como en el caso del ángel ataviado de perlinas galas, las alas del ángel tampoco son blancas, pero como simbología tiene completo sentido al relacionar el blanco con la pureza. La écfrasis en este poema se refleja más en la descripción de la piel de la virgen y y en la acción del rayo. No resulta casual que este soneto inicie la obra con referencias al artista que se pone a pintar guiado por los querubines, pues esto no deja de ser una versión renacentista de la idea más moderna del poeta iluminado por su estro; así, de la misma forma Manuel Machado también inicia Apolo inspirado como lo hiciera Fra Angélico con sus querubines.


Ejemplo 2º


A este joven señor, tan bellamente vestido, 
blanco el traje y la gorguera,
blanca la tez, envuelve en luz poniente
el oro viejo de su cabellera.
De su apostura la elegante gracia
tiene una laxitud de laxitudes,
y en el pecho podridas las virtudes
de su clara y fatal aristocracia.
Tedio y desdén en la orgullosa frente
vago pesar en la mirada infausta...
Lujosísima espada en joyas rica.
Cruza una banda el gusto indiferente.
Blanca mano espectral, de sangre exhausta,
y en la mano un limón, que significa...
Un príncipe de la casa de Orange de Van-Dyck.


Otro caso donde lo que se busca es interpretar más que que representar, donde la etopeya se hace más clara; vemos a un príncipe del siglo XVII, y los versos recuerdan ligeramente a los de Felipe IV, pero si en el caso del monarca la decadencia que se quería plasmar se mostraba con cierta condescendencia, en el de este príncipe de Orange —que no lo es— la decadencia es reforzada con epítetos negativos que se corresponden con diversas partes del cuerpo: pecho/ podridas virtudes; frente/ tedio y desdén; mirada/ infausta; sangre/ exhausta. Así los rasgos físicos y espirituales aparecen totalmente ligados. Con respecto al personaje representado se trata realmente de un noble escocés, James Stuart duque de Richmon.


       Ejemplo 3º

Esta española yanki, y tan francesa,
que es toda España —para el mundo— tiene
un ardor en los ojos, que le viene
de un corazón de virgen satiresa.
Mística, y tan carnal, sabe de amores
únicos y de espamos indecibles.
Y coloran sus labios los terribles
rojos de las heridas y las flores.
Pasión rugiente duerme en su ancha ojera,
y en el seno magnífico, que exulta,
un gran valor y un miedo milenario...
Puesta la mano en la gentil cadera,
junto de la morena carne oculta
una navaja y un escapulario.
La Carmencita de John Singer


No resulta casual que Machado cierre Apolo. Teatro pictórico con una obra contemporánea del artista John Singer, este autor de origen norteamericano había recibido su formación en Europa, y entre sus más influyentes pintores estaba Velázquez. Singer se convirtió en un afamado retratista de la sociedad acomodada de su tiempo, incluso en su obra Las hijas de Edward D. Bolt, supo captar las figuras de unas niñas en un interior como lo hiciera en su día el genio sevillano con Las Meninas. Con respecto al cuadro la mujer representada de forma galana y ademán orgulloso,era una bailarina española famosa en la época, conocida en un primer momento por el pintor en París (1889); después viajó a la costa este de EEUU para llevar a cabo una gira, y en Nueva York Singer volvió a coincidir con ella, será allí donde le pedirá posar por dos veces para unos encargos. Machado, sin duda, debía conocer bien los movimientos de la bailarina pues alude en sus primeros versos al recorrido de la misma. La formula utilizada en la descripción condensa los tipismos de la mujer andaluza tan retratada en el romanticismo, no es extraño ver en ella una nueva Carmen, una mujer pasional y femme fatal, que porta escondida una navaja y un escapulario. Así este Machado, poeta andaluz y aficionado a los toros pone la guinda final a su Apolo con un soneto cargado con los tipismos casticistas de las mujeres de su tierra.


3. Conclusión y poema.

Manuel Machado fue en su momento el gran pintor de la poesía, nadie como él prestó y rindió tal tributo a la relación de las Bellas Artes y la Literatura. Hemos visto como la elaboración de Apolo no es más que la culminación de ese interés por la pintura que tuvo desde niño, y así, echando la vista atrás, encontramos que la pronta influencia familiar —su abuela y hermano practicaron con la pintura—; la instrucción en la Institución de Libre Enseñanza —que llevaba a sus alumnos a visitar museos—; y sus estadías en París —que le permitieron tomar contacto con las más innovadoras corrientes estéticas así como conocer el Louvre—, sirvieron para hilar un tapiz de bellos versos donde los pinceles transmitieron sus colores en forma de una poética simbolista. El parnasianismo, simbolismo y decadentismo se dejan ver por los diferentes cuadros machadianos, desde los primeros atisbos en la sección Museo de 1902, hasta su culminación en 1911 con Apolo.

Hoy, más que nunca, se hace necesario una nueva reedición crítica de esa colección de poemas pues los avances en el estudio y estética del poeta, y el interés práctico en el campo de las relaciones de hiepertextualidad merecen, por sí mismos, una atención especial a la obra de Manuel Machado.

Para concluir dejo aquí mi aporte lírico a una causa que nunca estará perdida mientras haya espíritus inquietos que vibren todavía con la experiencia de la unión de las Bellas Artes.

Las letras y las artes.

Las letras y las artes
se corresponden a una hermosa pareja,
que cual buenos amantes
devora los frutales de la naturaleza.
Allí ricos pintores
dan trazadas de signos y lazadas de letras,
y plastifican guiones
que narran irisadas y picantes escenas.
Literatos escriben
en lienzos de algodón imprimados de poemas,
también prosan sus tristes
matices en collages de cuentos y novelas.
Los músicos más clásicos
tocan discursos de pensadoras corcheas,
propugnan sus teclados
justos acordes y resonancias perfectas.
Y esos locos filósofos,
exquisitos compositores de almas creencias,
toman restos sinfónicos
trasladando las mentes a etéreas orquestas.
Las letras y las artes
se corresponden a una hermosa pareja
que mirándose yace
embriagada por tintos colores de acuarela.

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1Esta afirmación figuraba en un prospecto publicitario de la librería-editorial Fernando Fe de Madrid cuando editó la 1ª traducción al español de Fiestas Galantes del Paul Verlaine, por la pluma de M. Machado.

2Jean Moreás fue el artífice del manifiesto simbolista de 1886, sin embargo en 1891 rompió con este y lanzó el manifiesto de la escuela romana.

3El País 25/2/1900 con fecha la crónica de 10 de agosto.

4Rubén Darío y Amado Nervo fueron también devotos admiradores del fauno Verlaine. Darío le dedicó Responso a Verlaine. Amado Nervo le dedicó A la católica majestad de Paul Verlaine.

5Cita libre del Orlando Furioso, Forse altro cantera con miglior plectro.

6Giner de los Ríos funador de la institución y M. B. Cossío, miembro y profesor de arte, influyeron de forma decisiva en los Machado, tal es así que la sección Museo de 1902 aparece dedicada “A D. Francisco Giner de los Ríos, el maestro admirable.” En Apolo tendrá también una dedicatoria.

7Se trata de Oliverotto da Fermo, mencionado en la obra de Maquiavelo El Príncipe. Este, usurpó el poder de Fermo ejecutando a los principales de dicha ciudad tras un banquete trampa, un año después, sería él mismo apresado y ejecutado por Cesar Borgia. Cap. VIII. De los que llegaron al principado mediante crímenes.

8Hace referencia al conde Villamediana, Juan de Tassis (1582-1622) famoso en su época por su carácter libertino y procaz—llegó a tener un proceso secreto por sodomía—, gran amigo de los naipes, también desempeñó con gracia la poesía satírica. En el poema se recrea una escena de alcahuetería entre este y un paje mandado por la reina. El soneto apareció por primera vez en la revista Electra en 1901 bajo el título de Villamediana.

9Nombres clásicos de las novelas pastoriles.

10Jean-Pierre Claris de Florian 1755-1794 Escritor francés y sobrino del gran Voltaire, cultivó novelas pastoriles, églogas, teatro y cuentos. También apoyó la Rev. Francesa, aunque bajo el gobierno de Robespierre fue acusado de conspirador. 

11Sea cierto o no este dato, Manuel Machado busca con sarcasmo romper ese pomposismo refinado y lleno de encajes prodigado durante el poema.

13 comentarios:

balamgo dijo...

Extensa y prolija semblanza de los hermanos Machado.Nunca está demás, recordar cosas estudiadas hace algunos años.
Abrazos.

roberto dijo...

Hola Delgado, muy bueno tu post, lo leí dos veces son lecturas que no deben dejar pasar por alto a los que nos interesa la literatura y la plástica ( la primera como aficionado). Gracias por la data.

Saludos!

Delgado dijo...

Balamgo: Siempre en bueno remembrar lo aprendido tiempo ha.

Roberto: así que eres uno de esos artistas totales ¿eh? ;D

Humberto Dib dijo...

Tu entrada es increíblemente didáctica, Delgado.
Y me deja pensando, pues yo me convertí en escritor por ser un pintor frustrado. Esto es, al no poder retratar con pinturas, lo hago con las palabras.
Un abrazo.
HD

Delgado dijo...

Humberto, tanto monta, monta tanto la poesía como el brochazo.

Un abrazo artista de las palabras ;)

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente estudio y antología de un poeta imprescindible. Hasta los años sesenta del pasado siglo el poeta era Manuel, no Antonio. Ambos ya en la gran poesía.

Delgado dijo...

Cierto es, aunque al bueno de Manuel también le tocó un lento peregrinar después, como hijo de la democracia lo viví en mis libros de texto.

Un abrazo Pedro.

omar enletrasarte dijo...

Sublime!
muy bien hecho amigo, muy bien hecho
un abrazo

Delgado dijo...

Gracias Omar, veo que eres también un Horaciano ¡Viva la mímesis!

Saludos.

María dijo...

Delgado, has hecho una entrada muy completa dedicada a Machado, un gran escritor, y tengo que decirte que me ha encantado tu aporte de letras que nos embriaga la mirada con el arte de tu maestría, tú sí que eres un excelente poeta, amigo mío.

Felicidades.

Un beso MUACKSSSS.

Delgado dijo...

Gracias María, me alegra que te haya gustando tanto. Con tan sonora onomatopeya de cariño consigues arrebolarme las mejillas ;)

maite dijo...

si, como el hermano Antonio decía, "Ni el pasado ha muerto/ni está el mañana/ni el ayer escrito", quizás este aporte literario sea uno de los pasos para rescatar la figura de este gran poeta y volver a escribir el pasado de aquella ilustre generación poética destacando el nombre de Manuel Machado, a la par del célebre Antonio.
Es, pues, de censurar cualquier intento - filológico o literario - que trate de 'oscurar' esta magnífica personalidad de poeta-artista lánguido y perspicaz; sólo de esta forma, es posible aplaudir al gran genio polifacético machadiano.
Manuel Machado atrae por su capacidad de profetizar el futuro de la poesía, abrazando unas temáticas y un lenguaje moderno, expresión de una energía cósmica que se aleja de los recursos de fin de siècle.
Gracias, Delgado, por haber coadyuvado el trabajo filológico que intenta iluminar in toto a este gran artista sevillano.

Delgado dijo...

Maite: tus ilustrados comentarios enriquecen en demasía este blog, primero darte las gracias por ello. Y como bien dices la figura de Machado, hoy día a la sombra de su hermano, merece de mayor reconocimiento.

Espero que mis "coadyuvamientos" te sigan siendo de interés. ;)

Un abrazo.