Nuestro siguiente entrevistado nace en Valladolid un año de mil novecientos no sé cuántos; desde muy niño sintió pulsiones liróforas que le impelieron arrostrar las Letras y hacerse conocer bajo el trasunto de José Malvís, pues su imaginación vuela y piruetea semejándose a tales avecillas. Afincado ya en Zaragoza, y formando pareja con una simpática mujer de más allá del Rin, no resulta extraño verlo culebrear aquí y allá por los más ínclitos y nocharniegos micrófonos poéticos. Devoto cofrade de algunos bares y cafeterías chic, acude a ellas, lápiz y cuadernillo en mano, para escribir versos o tomar apuntes mientras, haciendo alarde de un contenido y pausado beber, degusta uno o dos chupitos de ron moreno. A Malvís le agrada aquel brebaje de evocaciones piráticas, y es que, a buen seguro, de haber nacido en costas cantábricas o mediterráneas, no dudamos que habríase lanzado a los piélagos para colmar sus ansias de aventuras, como si del protagonista de alguna novela de Salgari se tratara. Veamos, conozcamos hoy, a este no poco interesante poeta ―y algo infanzón― de José Malvís.
1. Bueno antes de entrar en materia con la
entrevista, una pregunta preludio, una pregunta que guarda la antítesis de lo
sencillo y complicado. ¿Qué es para usted la poesía?
Pues empezamos bien la entrevista (risas). A ver, se
trata de la eterna pregunta que todo el mundo que escribe o lee poesía se
plantea en algún momento. No creo que haya una sola respuesta, ni que mi
respuesta pueda ser la más correcta, pero, ya que la haces, en lo que
respecta a mi persona ‘poesía’ es ese oxigeno y esa gasolina necesarios en mi vida, sin ella sería
completamente diferente.
―Quizá,
según sus palabras, se podría afirmar que la poesía parte de la experiencia de
cada uno, que por cada poeta existe una poesía concreta.
Por supuesto, pero la poesía parte de un crisol
enorme: no solo remite a la literatura, esta se puede volcar en el dibujo, en la musica. En cualquier caso, y acotándolo
a las letras, el poeta es, o debe ser, una especie de periodista del mundo que le
rodea.
José Malvís mientras consulta distraído un preciado ejemplar de 'La Historia Interminable' |
2.
Retrocedamos
en su hacer poético, comencemos av obo
con un jovencísimo José Malvís. José Malvís, autor, nació en 1987 tras de escribir
su primer poema ‘Blanco’; el otro, el ciudadano que paga sus impuestos ―suponemos―,
nació unos año antes, ese no nos interesa aquí. Estudiante de filosofía,
apasionado de la literatura grecolatina
y editor junto a otros púberes románticos de un pequeño, pero más que
interesante, fanzine titulado La pluma gris,
¿de todo aquello qué queda hoy día en usted?, ¿cómo entendía la poesía por
aquellos años?
Lo primero que conservo es una amistad. Mi primer
compañero de viaje en las aventuras literarias, en las victorias y las
derrotas, para lo bueno y para lo mano fue, y es, un poeta que firma bajo el seudónimo Spica y actualmente ejerce en la enseñanza. Esto para mí
es lo más importante. Luego sobre el poema ‘Blanco’ que has mencionado, si bien
está muy alejado de mi hacer actual, palpita todavía en lo más hondo de mi alma
poética, hasta tal punto que aún conservo el manuscrito y nunca me abandonará.
Ahora bien, sobre mi forma de escribir, has de saber
que cuando empecé lo hacía bajo las reglas de la métrica: poemas demasiado clásicos
y altisonantes, cuidaba la forma con rimas exageradas y ricas, versos
isosilábicos, etc., que por un lado me ayudaron a dominar la técnica, pero, de
lo que me fui desprendiendo con los años. La técnica, al final, no deja de ser
algo vacío en sí mismo, al liberarme de todo aquello fue como si me liberara de unas
protecciones que ya no necesitara. Y de conservar algo de aquel hacer
poético no dudaría que es la musicalidad; la musicalidad de los poemas que
escribo forma parte de mi ser, es algo que he aprehendido con años y trabajo.
―¿Y
a colación de esto cuáles fueron sus referentes literarios?
Por un lado los poetas clásicos grecolatinos, y aún
hoy, de vez en cuando, me dejo llevar por sus mitos. La mitología clásica, en parte,
ha configurado la imagen de nuestro mundo, me refiero al occidental. Por otro lado
también los autores del XIX fueron cruciales en aquellos años de juventud: fundamentalmente
los románticos. Voy a contarte una anécdota:
en cierta ocasión Miguel Suárez (premio Hiperión de 1988) después de
leer algunos versos míos, me remitió una carta donde, además de felicitar mi
estilo, también me confió algunos consejos y, entre ellos, vino a recomendarme
que realizara más lecturas de poesía contemporánea. No me cabe duda que este y
otros consejos suyos resultaron determinantes para mí: le debo a él, en
ese sentido, mi evolución hasta lo que soy hoy; quizá dicha evolución la hubiera
acabado haciendo igualmente, pero quién sabe cuándo y cómo.
3. En veinte años de escritura no son muchos
los libros que configuran su corpus, al menos públicamente, y, en internet, tampoco es que se deje prodigar.
Antes de Cápsulas (2013) menudeó por
Valladolid en recitales, colaboraciones de radio, prensa ―como
el prestigioso Norte de Castilla―,
concursos ―como
aquel del Ateneo de Poesía de Valladolid donde quedó finalista―,
etc. Da la sensación que trabaja mucho sus textos, los reposa, los medita,
antes de ofrecerlos al lector; ejemplo palmario lo tenemos atendiendo
simplemente a sus dos últimas publicaciones Capsulas
y Replican-Test (2015). ¿Quizá tal
paréntesis se deba a que es usted refractario a reincidir en los mismo lugares comunes? ¿Hasta qué punto José Malvís guarda y deja
reposar sus textos como hemos mencionado?
Buena pregunta, estoy bastante de acuerdo con lo que
has dicho. Tanto Cápsulas como Replica-Test aguardaron varios años, y
con el tiempo se incrementaron, no fueron pocos los borradores y
correcciones que pergeñé hasta la edición definitiva. Ninguno de mis libros fueron
creados de un año para otro. Cápsulas
compila prosas de hasta quince años atrás y Replican-
Test de hasta diez. El próximo título que voy a publicar también fue
escrito hace unos años. Como Federico García Lorca soy de los que opinan que
hay que dejar el manuscrito reposar en el cajón. Es importante saber talar el
árbol para convertirse en buen poeta, saber qué debe eliminarse y no sobrecargar
la obra. Todos hemos escrito malos poemas, o poemas discordantes con el resto
del conjunto, y ese follaje inservible que no deja ver los frutos del árbol
debemos quitarlo. Debemos ser nuestros primeros podadores y eliminar lo
sobrante, sino será el público quien lo haga por nosotros, y esto puede
resultar fatal. En conclusión, solo los buenos poetas saben podar sus creaciones:
meter la tijera para no empachar al lector.
Portada de 'Cápsulas', ed. Lastura |
4. Caballero Bonald escribía al respecto del
estilo que “la interpretación de la vida depende del estilo”. En su caso, se
podría decir que Cápsulas sería ese jalón divisorio entre el poeta en
formación y el poeta maduro, poeta que no niega seguir aprendiendo pero que ya se
sabe seguro de sí mismo, de su estilo. Aquí lo alcanza inequívocamente, lo que uno
lee, lo que trasmiten sus imágenes son las propias del Malvís ulterior, y, todo
ello, pese a derramarse su experiencia en prosa poética. Ahora bien, y apuntando
al poema en prosa, ¿cómo lo concibe usted, cómo ve esa comunión entre la prosa ― el discurso, la explicación del concepto― y la poesía ―trascendencia
de los sentidos, la imagen misma como afirmación―?
Con este asunto tengo un problema; tras escribir Cápsulas mucha gente ha seguido
preguntándome si volvería a realizar algo así; pero yo, ante todo, soy poeta, me
cuesta escribir prosa que no sea poética, el poeta que soy está en mis
textos independientemente del género, pues brota sin buscarlo. Por eso no
sabría explicar correctamente la construcción de mi prosa, no es mi intención
meterme en vericuetos sobre la forma. Aunque sí creo que de escribir una
novela, no sería una novela al uso sino poética. De hecho, y en confidencia,
puedo revelar que escribí años atrás una, pero guarda demasiados datos
biográficos por un lado, y, peca de excesos fantasiosos por otro. Mientras
viva, o esté en pleno uso de mis facultades, no verá la luz (risas).
5. Otra de sus pasiones en la literatura
distópica de Ciencia Ficción, tal es así que Replican-Test no deja de ser, a su manera ―y
en mi opinión con un toque gótico ciberpunk―,
una suerte de homenaje a la obra de Philip K. Dick. En
los versos se suceden toda suerte de recreaciones de pasajes oscuros y cósmicos,
inhóspitos: la cibernética, la referencias a las armas, sexo duro con algunas
pinceladas, eso sí, de ternura, etc.; y atendiendo a su forma, incluso, se
permite jugar con los espacios, los signos, la creación de figuras por medio de
la disposición tipográfica, tensando de tal suerte la sintaxis. Estamos ante
una obra seria, dura, cuyo lector debería afrontarla con el respeto y cuidado
que merece: no es precisamente para tomarla a broma o frivolizarla ¿Qué podría
contarnos de este poemario para aquellos que habiéndolo leído ya, o vayan a
hacerlo, ayude a captar mejor su esencia?
Pues que cada capítulo se divide en una temática
diferente. El primero tiene toques de poesía intimista, desde la perspectiva
actual de mi yo; el segundo aborda temas sociales; el tercero una poesía que podríamos llamar amorosa y el cuarto juega con un intimismo lejano, donde se refleja la
mirada de mi yo niño. En todos ellos se superponen las figuras e imágenes de la
Ciencia Ficción, que son en definitiva su hilo conductor, el armazón del
poemario. Este es el juego, o eso era lo que pretendía hacer con ello. De la
obra de Philip K. Dick recojo la problemática de los avances tecnológicos y las dudas
existenciales que se plantean en sus obras; yo las adapto a la Replican-Test porque la buena literatura,
amigo mío, la literatura de Ciencia Ficción con mayúsculas no es precisamente
una literatura de evasión.
6. Otra de sus características más reseñables
que bien pueden resaltar aquellos que han ahondado en su obra y, a su vez, lo
hayan escuchado recitar, es el de haber conquistado un ritmo propio. Sus poemas
se deslizan con una cadencia, una musicalidad que resaltan su propia
experiencia poética. Hoy día resulta cotidiano presenciar a muy aceptables
poetas que en los recitales no llegan a transmitir ese ritmo propio, lo cual no es sino mutilar parte de la poesía, de la magia que
debe proyectar el autor con su obra. Escribía Octavio Paz que el poema no es
solo creación original del autor sino también lectura y participación con el
público. En su caso, hay una auténtica conexión con el oyente, conexión que de
pasar al estadio de la lectura, prosigue resonando en el oído con su ritmo, con
su voz, provocando así ese mágico nexo de unión entre el artista (emisor) y el
público-lector (receptor). ¿Hasta qué punto esto es algo que ha buscado
conscientemente, o, simplemente, surgió de forma natural sin apenas haberlo
intuido?
En parte es totalmente involuntario, pero sí que es
cierto que sin buscarlo, o meditarlo, construyo mis poemas como si estuvieran
destinados a leerse en alto, de ahí que su musicalidad finalmente se deje
notar. Acepto que la poesía tiene que expandirse, volar, alcanzar un número mayor
de lectores; también que debe verter un mensaje que haga pensar, que incite y
remueva conciencias: el mensaje es importante; pero, por otro lado, no podemos
bajar el nivel, descuidarlo bajo la falsa premisa de llegar al pueblo: que todo
el mundo entienda todo claramente suena muy bien pero resulta un discurso
engañoso, porque la poesía no deja de ser arte, y, como tal, requiere de un
esfuerzo, hay que cuidar el estilo, y los lectores deben estar familiarizados
con la gran poesía para descifrar sus códigos. En ocasiones me da la sensación que
estamos bajando el nivel cultural a pasos agigantados. Hay que dejar que la
gente piense, medite, porque si se lo damos todo mascado eso no será posible y,
además, degradamos al arte. Por ejemplo, hoy pululan autores que venden muchísimo,
ganan jugosos premios, con la técnica de dar todo masticado. Ahora se apunta
que la poesía se lee más que nunca, pero claro ¿qué se está leyendo?, esta es
la cuestión. Para mí es poesía kleenex,
siento ser así de categórico, poesía de usar y tirar. Mi opinión como autor es
que tal poesía no conduce a nada.
7. Algo que se atisba también en su obra es
el haber vivido una guerra, allá en Irak, y cierta familiaridad con las armas. Por
su trabajo como militar fue destinado al Oriente Medio en un momento de suma
inestabilidad. Hay un poema, concretamente ‘Érase un niño en un desierto de
barro’ de Replican Test, que
principia con la imagen de un chiquillo haciendo el gesto de cortarle el
cuello: es una estampa sobrecogedora, dura, que intenta
transmitirse al lector, aunque sea mínimamente, por medio de la imagen
poetizada. Como paradigma del literato militar, de ese hombre de armas y letras como lo fueran Jorge Manrique,
Garcilaso de la Vega, Cervantes, pasando por José Cadalso, Ros de Olano… hasta
los más postreros ejemplos de la última Guerra Civil, ¿cómo diría que ha
marcado su escritura tal experiencia, porque de seguro lo ha hecho? ¿Hay, o
puede haber, algún día una obra dedicada a tales vivencias?
Bueno lo primero gracias por compararme con semejantes
clásicos de la literatura española, no creo que lo merezca. Ahora bien, sobre
la cuestión que planteas en todos mis libros está implícita esa vida castrense.
Quiero decir que mi yo poético se ha nutrido de mi yo militar como también ha
sucedido a la inversa. Habrá mucha gente que se llevará las manos a la cabeza y
dirá: «Madre
mía cómo puede existir un poeta militar» y todo eso; pero como bien has resaltado
son muchísimos los ejemplos a lo largo de nuestra historia. Esto
pasa y seguirá pasando. Pero volviendo a mis libros, no solo Replican-Test sino en Cápsulas recojo vivencias de mis
operaciones en el extranjero. Aquello que viví en Oriente Medio me ha hecho madurar sobremanera.
-Naturalmente
que usted haya pasado por tamaña experiencia y decidiera contarla casi desde
dentro, es algo que no todos pueden hacer, y menos aún en la poesía española
contemporánea.
Es complicado. Y aquí quiero ser muy serio (Malvís
muda el rostro y se pone grave). Cuando retornas a casa, tras pasar por una guerra, no resulta fácil
explicárselo a las personas, no todos te entienden, no los reprocho, hay
situaciones límite que solo resultan lógicas cuando las sufres en primera persona:
Un día presencias cómo hieren a un compañero, en otro, ves la muerte a tus pies.
Por eso mismo, para mí, escribiendo poemas, todas aquellas sensaciones,
vivencias, me han resultado mucho más cómodas traducirlas al lenguaje poético
que a la prosa. El lenguaje poético se amolda mejor para explicar situaciones
extremas: la muerte, el miedo, y el resto de emociones o pensamientos derivados de las entrañas mismas de un conflicto. La prosa, y siempre en mi opinión, resulta
más apropiada para contar una historia.
-Quizá esto
sea así porque en una situación extrema como dice, el hombre vuelve hacia sí
mismo, hacia su ser primitivo, donde los instintos de supervivencia se
implementan y sobrepasan a los racionales.
Evidentemente; hay que tener clara una cosa: tu yo
racional, tu pensamiento occidental, esa burbuja analgésica que es nuestra
sociedad explota, desaparece. Cambian entonces las prioridades, casi diría que
dejas de pensar: de repente estás metido en un tinglado peligroso, y solo te
concentras en cómo puedes salvar al de al lado; cómo puedes sobrevivir si te
atacan en tal pueblo; o cómo defenderte para que no te maten en el otro. Y a
todo esto debes añadir la presencia de la mayor miseria del país: las ruinas,
los chiquillos apenas vestidos con harapos correteando por las calles, algunos
llenos de quemaduras, otros jugando sobre tanques destruidos por alguna bomba o
mortero. Es algo realmente apocalíptico, y, sin embargo real, demasiado real. No
todo el mundo está preparado para presenciarlo, de eso no me cabe duda. Aquella
situación me afectó, mi yo occidental capturó como una fotografía muchas de
las terribles escenas que presencié (llegados a este punto a Malvís se le quiebra
ligeramente la voz), escenas que todavía recuerdo y que al regresar a casa, tras superar un periodo de readaptación, quise
utilizarlas, nutrirme de ellas y volcarlas de una u otra forma es diferentes
escritos.
Retomando la pregunta anterior, tengo un libro, un poemario que me ha costado varios
años escribir, lo empecé en 2004 al año siguiente de mi vuelta: se trata de una
obra que versa precisamente sobre mi experiencia en Irak. Pensaba moverlo para
el año que viene, pero hace poco opté por retardar su salida, creo que aún debo revisar
textos, no es una obra para editar sin ton ni son; como decíamos antes, cuando
uno pretende publicar algo serio debe madurarlo y corregirlo, estoy muy alejado
de la idea de publicar por publicar. Allá en Oriente Medio escribí catorce
cuadernos manuscritos, y de estos he sacado un poemario de unas noventa
páginas, pero todavía debo revisarlos, necesito tomar distancia con la obra
para una última corrección, espero.
De todas formas fragmentos de los cuadernos
pueden encontrarse en Cápsulas y Replican-Test. Me siento
bajo la responsabilidad de contar lo que allí vi, por mucho que lo muestren los
telediarios, las escenas de guerra son más brutales cuando las tienes enfrente:
aquel olor a quemado, la insalubridad..., apenas lo imaginas hasta toparte con ello, y algunos textos introducen dichas experiencias, las he
encajado donde he creído que era necesario encajarlas.
8. Cambiando de tercio, el Malvís lírico,
aunque no muy predominante, a veces deja verse aquí y allá, solo hay que
remembrar aquel poema ‘Postal del ático’ publicado recientemente en un fanzine literario, y que ha sido acogido con un aplaudido éxito en sus recitaciones. ¿Qué
espacio se reserva usted para la lírica?, ¿hay una contención pretendida que
solo se atisba en pequeñas explosiones, o, quizás, y con los años, veremos a un
Malvís que ahonde en dichas emociones sentimentales?
Seré comedido, seguirá habiendo este tipo de lírica
en mi obra, pero un poemario exclusivo lo dudo, pinceladas, un capítulo como en
Replican-Test sí; pero bueno, nunca
se puede decir de esta agua no beberé (risas).
9. Además de poeta también ha sido organizador
de eventos literarios, sirviendo de puente entre la poesía castellanoleonesa y
aragonesa con los recitales de Zarallolid y Vallagoza. Ahora toca mojarse, ¿cómo
ve el panorama poético de las dos regiones?, ¿qué semejanzas y diferencias
encuentra a nivel orgánico?
Precisamente hace unos días reflexioné sobre este
asunto, y me siento muy orgulloso de haber vivido en las dos Comunidades
autónomas, una y otra están viviendo un momento literario muy bueno, están
eclosionando grandes poetas a nivel nacional, y he tenido la oportunidad de
conocer a grandes escritores. Con respecto a similitudes observo una gran proliferación
de grupos, veo en Zaragoza, igual que Valladolid, o incluso que Madrid, cómo
algunos colectivos empatizan mejor con unos que con otros. En Zaragoza los grupos son
de estilos y formas diferentes, y eso se nota, pero nada que no ocurra en
otras ciudades. Una similitud más es la abundancia de esa poesía que antes he calificado
de kleenex, aquí en Aragón como en
Castilla y León brota por igual, si bien es cierto que no por ello, ¡y menos
mal!, dejan de abundar buenos poetas de obra profunda que tiene algo que decir.
-¿Y
diferencias?
Sí, alguna observo también, pero quizá se deba al tamaño. Valladolid ampara mucho movimiento cultural pero es menos
abierto, mientras que en Zaragoza resulta más fácil acceder al micrófono.
Valladolid tiene dos o tres colectivos que mueven todo, y Zaragoza cuenta con ocho
o diez: hay más posibilidades y variedad de estilos como antes referí.
10.
Y toca
ya concluir el interrogatorio, para ello proseguimos con la vieja tradición de
este blog ―qué sería de un blog sin sus
viejas tradiciones―, que
no es otra que solicitar al entrevistado la recomendación tres autores clave en su devenir literario, y que explique, muy
brevemente, el porqué no deberíamos
pasar sin leerlos.
Lo primero que recomendaría no es poesía
precisamente. Aconsejo cualquier libro de Emilio Salgari; y ¿por qué?, por su
derroche de imaginación, sus imágenes, las aventuras que cuentan a mí de niño
me influyeron, me avivaron la imaginación y la parte creativa. El segundo sería
Rubén Darío, este poeta tiene unas figuras literarias increíbles, unas imágenes
abrumantes, y una musicalidad preciosa. Mi padre solía leerme algún que otro poema de Rubén
Darío antes de ir a la cama, y para mí es un poeta que marcó mis inicios
literarios. El tercero sería un autor que me fragmentó, que me hizo empatizar
realmente con la poesía contemporánea: Roger Wolfe. A Wolfe lo descubrí en los
años noventa, Arde Babilonia es la
obra que leí entonces, recuerdo vívidamente cómo me impactó sobremanera; aquella
forma de poetizar, de expresarse, que sigo hoy admirando como el primer día, y,
a buen seguro, seguiré.
Algunos títulos de la obra de Salgari que de seguro avivaron la imaginación del futuro poeta |
* * *
A continación añadimos algunos fragmentos de la
obra de Malvís intencionando dar una visión más completa de este autor.
ÉRASE UN NIÑO EN EL DESIERTO DE BARRO (Fragmento)
El niño deslizó su dedo índice cruzando el cuello
era como un cuchillo afilado amenazando de muerte
pude sentir el frío de la hoja metálica
la sangre cayendo por mi pecho
decapitado por dentro
licuando la infancia asesinada
con ojos de pólvora, sudor de petróleo y refresco de
cola […]
(de Replican-Test, ed. Amargord, 2015)
FIN DEL MUNDO
Estuvo en el fin del mundo, allá donde la nada se
mezcla con el todo y desaparece toda lógica. Sí, allí estuvo al borde del
precipicio pensándose si saltar o no. Muy seguro de sí mismo, se abalanzó con
energía mientras masticaba un chicle de fresa ácida. Y entró de lleno en esa
nueva dimensión notando cómo algo golpeaba sus glúteos. Por las mejillas
empezaron a navegar lágrimas y una pregunta surcó el eco blanco de la
habitación: «Aquí
lo tiene, es su hijo… ¿No oléis a fresa ácida?».
(de Cápsulas,
ed. Lastura, 2013)