En
esta entrada vamos a conocer la vida de uno los literatos que
formaron parte de la primera hornada de escritores modernistas: José
Asunción Silva, el cual junto a José Martí, Julian del
Casal, Gutiérrez Nájera y poco después Rubén Darío, abrieron el
palenque de las enquistadas letras castellanas, dando así comienzo a
uno de los periodos más increíbles de nuestra literatura.
Biografía.
Nace
José Asunción Silva el 26 de noviembre de 1865 en Santafé de
Bogotá en el seno de una familia acomodada interesada por la
cultura, fue el mayor de seis hermanos, su padre don Ricardo Silva
Frade, fue un comerciante santafereño miembro del grupo literario El
Mosaico, fundado
por diversos intelectuales con la intención de crear una literatura
nacional a través de obras y cuadros de costumbres. No resulta así
difícil imaginarnos a Silva correteando por los pasillos y salones
de la casa y atendiendo ocasionalmente a las conversaciones de los
invitados mientras los grandes próceres platicaban sobre el nuevo
devenir de las letras fumando algún cigarrillo del Cairo y bebiendo
una copa de buen Coñac traído de Europa.
Sobresalió
nuestro infante en la escuela con excelentes resultados que le
merecieron varios premios, además desarrolló un precoz interés por
la literatura y la pintura, sin embargo por esa adelantada adultez
Silva tuvo que pagar un precio social, pues parece que sus compañeros
lo ludibrizaron en más de una ocasión llamándolo “José
Presunción”.
Para
hacernos una idea del tipo de muchacho que era nuestro protagonista
rescatamos una anécdota recogida por el escritor y amigo de Silva,
Baldomero
Sanín Cano (1):
Don Demetrio Paredes... llegó un día de visita a la casa de Silva y, antes de dar con los dueños trabó conversación con el chicuelo: «usted no parece un niño —le dijo—. Usted se ha hecho un hombre antes de tiempo. Las cosas que usted hace no son propias de su edad. Suba usted a los tejados, trepe a los árboles, busque nidos de pájaros, tire piedras a las palomas, muévale querellas a los perros y a los gatos. De esta manera será usted un niño. Lo que hoy parece es una persona grande». La seriedad del niño tomó el consejo en toda la magnitud de su significado. Pocas horas después lo halló su madre en la parte alta de la casa empeñado en alzar una piedra de seis u ocho kilogramos para descargarla sobre los gorriones que triscaban inocentemente en el patio de la casa, connaturalizados (acostumbrados) con la inocuidad del menor de sus habitantes. ¡Era lo que sabía Silva de los juegos de su niñez!
Baldomero Sanín Cano siempre
guardó gran cariño hacia Silva, sus obras, aunque tardías,
reflejaban su erudición y preocupación por las Letras.
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Sea como
fuere Silva no se arredró, y lejos de dejarse llevar por el dolo, su
elevado caudal de cultura le procuró pronto —1878, con apenas 13
años—el reclamo de su padre para ayudarle en el negocio familiar,
se trataba de un almacén importación y venta de artículos de
lujo muy frecuentado por los altos círculos sociales de la capital.
Qué gran escenario debió resultar aquel lugar para cultivar la
imaginación del muchacho con las más increíbles exquisiteces:
modernas y atrevidas vestimentas de París, refinados elementos
decorativos, telas brocadas, etc., que a buen seguro harían las delicias
del “chicuelo”.
Entre
1882 y 84 Silva se empieza a dar a conocer como poeta de cierta
calidad en la prensa local, así encontramos ya publicado su poema La
crisalida inspirado
en la muerte de una de sus hermanas Inés siendo una niña (1870-78).
El
20 de octubre de 1884 Silva viaja a Europa evitando así la
guerra que se cerniría en 1885 sobre el país enfrentando a los
liberales radicales contra los conservadores y moderados, guerra que
acabaría con el triunfo de los segundos derogando la constitución
que proclamaba Los Estados Unidos de Colombia, por otra más
centralista que con algunas modificaciones se mantuvo vigente hasta
1991.
En
lo literario, mientras Colombia estaba inmersa en un tipo de
costumbrismo posromántico Silva llegó a un París donde el
naturalismo comenzaba a hacer crisis y el Parnaso estaba sufriendo
los embates de los decadentes, liderados por Verlaine primero y poco
después, tras la escisión simbolista, por Moréas y Mallarmé.
Sabemos que conoció al famoso neurólogo Jean Martin Charcot
—maestro de Freud y descubridor de la esclerosis lateral
amiotrófica, conocida también como la enfermedad de Charcot—, el
cual sería retratado amistosamente en su novela De
sobremesa, al
pintor James Whistler retratado
también en la obra como el autor del retrato de su abuela, y al
poeta simbolista Mallarmé. Durante su estadía
además tuvo tiempo de refinar sus modales afrancesándolos —es sabido que
introdujo gran cantidad de galicismos en su vocabulario—, practicó
la esgrima, adoptó pose de dandi, se apasionó
por la música de Wagner y empapó de las nuevas
corrientes pictóricas prerrafaelitas, que por aquellos años se imponían en la vieja Lutecia tras triunfar en Inglaterra. También viajó a Londres —donde disfrutó
como no podía ser menos de sus teatros y museos— y a un balneario
de la montañosa Suiza, curiosamente estos escenarios son los mismos que recorre el
protagonista de la mencionada novela.
Finalmente
en abril de 1886, tras un año y medio de estadía europea, Silva
regresa a Colombia, pero el personaje que regresa a Colombia ya no
será el mismo que marchó, de la misma forma que la Colombia que
dejó tampoco será la misma que le recibirá tras su guerra civil
del 84/85.
Llegó
así Silva cargado de las ideas literarias europeas a la nueva
Colombia, convirtiéndose, hasta cierto punto, en una suerte de
portavoz de las modernas sensibilidades literarias y filosóficas, y bien
dispuesto a mostrar sus conocimientos a todos aquellos literatos
provincianos que aún no habían oído hablar de personajes tales
como Mallarmé
o Nietzsche entre otros. Ese mismo año, sin perder el tiempo, formó
parte de dos antologías poéticas: en la primera La
Lira Nueva participó
con su poema Estrofas
—más
tarde llamado Ars—
,
la segunda antología era El
Parnaso contemporáneo, donde
publicó crisálidas
y
Las
golondrinas. Con
estas, Silva se consolidó definitivamente como uno de los grandes
renovadores de la poesía colombiana. Hay que sumar a este año 1886 que Silva conoció al que sería su gran compañero Baldomero Sanín Cano.
Recordaba
Pedro Emilio Coll de él: “Era alto y pálido, vestía de negro,
la caña en una mano, los guantes en la otra, la gardenia en el ojal,
perfumado con opoponax, brillante el pelo. Un filósofo engastado en
un petimetre. Un Brummell que leía la Imitación de Cristo, y oía
el consejo que da Zaratustra por boca de Federico Nietzsche.”
Pedro Emilio Coll, escritor y
político venezolano fundador de la revista Cosmópolis.
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Desafortunadamente
cuestiones mundanas, importantes pero mundanas, hicieron acto de
presencia en este incipiente profeta de las Letras. Y es que las medidas
económicas introducidas por el gobierno del país durante la
llamada etapa de
la Regeneración (1880-99) condujeron a un periodo inflacionista
que perjudicó especialmente a las importaciones, lo que afectó
directamente al negocio de los Silva. En 1887 los almacenes de
Ricardo Silva e Hijo se enfrentan agrandes deudas, además se produjo
la muerte del padre lo que hizo que el joven se pusiera al frente de la empresa familiar. Pero a pesar de sus problemas
económicos y sentimentales —por entonces se rompe un compromiso
matrimonial que tenía pactado la familia quizás por tales
dificultades—, comenzó a rodar la pluma del literato
por revistas y periódicos como no lo había hecho hasta entonces,
así lo vemos colaborando en la ya modernista Revista
Gris (1892.-95),
escribiendo ensayos sobre escritores como Pierre Loti (1891) y Guy de
Maupassant (1892), traduciendo para la Biblioteca Popular Colombiana
(1893) obras de Poe, Tolstoi y Anatole France, y componiendo algunas
de sus obras poéticas más importantes.
Anunció del Almacén Ricardo
Silva e Hijo en la prensa de la época.
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En
1891 Elvira, hermana de Silva, muere de una neumonía y como resultado de este luctuoso suceso, y en recuerdo de su querida hermana, escribe su
composición más famosa: el poema Nocturno III fechado en 1892. Con él
Silva llegaría a alcanzar fama mundial, fama que por capricho del hado burlón apenas llegaría a atisbar, pues a pesar de estar fechado en 1892 el poema no se publicaría hasta agosto de 1894 en la
revista venezolana Lectura para todos.
Así
y todo los problemas económicos siguieron acuciándole y finalmente,
tras vender gran parte de sus bienes, incluyendo valiosos libros y
obras de arte, para pagar las deudas, se vio forzado a cerrar
definitivamente el negocio familiar. Poco después, y gracias a sus
contactos con las élites de poder, consiguió un puesto como
diplomático en Venezuela. Establecido en Caracas es donde Silva
continuaría con su labor literaria; publicó el famoso Nocturno,
escribió sus Cuentos negros, versos
y su primera versión de la novela De sobremesa, además
hizo contactos con los editores de revistas venezolanas como El
Cojo Ilustrado y Cosmópolis,
donde el desprendido artista
promocionó a sus compañeros de letras y compatriotos. En una carta
dirigida a Rufino J. Cuervo —filólogo y erudito colombiano—
fechada en Caracas el 7 de noviembre de 1894 Silva comentaba a este
respecto:
“Quiero que conozcan qué hombres da mi tierra; y al efecto, al venirme logré que Rafael Pombo, Diego Fallon, Jorge Isaacs, Ismael Enrique Arciniegas, el señor Caro, en fin, cuato tenemos de más ilustre como poetas, nos dieran composiciones inéditas para hacerlas publicar aquí. Ya han salido algunas en una hermosa revista quincenal que tienen aquí y han regado la fama de nuestras letras.”
Rufino J. Cuervo
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Pero
a pesar de la fructífera producción literaria y del puesto
diplomático, las penalidades económicas no tardaron mucho en volver, pues parece ser que el sueldo por desempeñar tales
funciones llegaba tarde y mal. Así pues, decidió el diplomático marchar de Caracas y regresar a
Colombia tras conseguir algunos fondos económicos, ideas para crear
un nuevo negocio, y lo más importante, una maleta llena de una
prolija producción literaria: la primera versión de su novela De sobremesa; una
colección de cuentos llamada Cuentos negros;
otra novela corta titulada Un ensayo de perfumería; y
algunas colecciones de versos Las almas muertas y
Poemas a la carne.
Todo
este prometedor torrente literario se topó, sin embargo, con uno de los hechos más desgraciados en la vida de su autor: la noche del 27 de enero de 1895 el barco
en el que viajaba, L´Amérique, naufragó
frente a la costa y todos los trabajos se fueron a pique
entrando así a formar parte de la inefable biblioteca del dios
Poseidón.
Como
curiosidad, en ese viaje Silva conoció al gran crítico literario y
cronista de la bohemia parisién
Enrique Gómez Carrillo cuya alma, afiebrada de grandilocuencia
lírica, Silva no pareció soportar. Cosas de genios probablemente.
Gómez Carrillo periodista y
crítico literario, fue hombre de gran cosmopolitismo que llegó
a viajar y escribir sobre el lejano oriente.
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De
nuevo en Bogotá patentó un sistema para colorear mármol y granito
destinado a la fabricación de coloristas y modernos baldosines,
buscó socios y fondos para poner en marcha el negocio y una vez obtenidos se puso a dirigirlo con gran denuedo; también en estos meses
realizó su poema extenso y laudatorio sobre Simón Bolívar al
pie de la estatua, a petición
del cónsul de Venezuela en Bogotá, que fue recitado en la onomástica del
Libertador en julio de 1895, aunque no sería publicado hasta el 28
de octubre de 1925.
Sin
embargo la empresa no funcionó, y las deudas y los impagos
comenzaron a hostigarle hasta comienzos de 1896. Tal vez sea en esos meses finales de 1895 y comienzos del 1896 cuando la idea del suicidio empiece a gestarse seriamente, aunque gracias a las peticiones de su amigo Hernando
Villa todavía tendrá tiempo de reescribir la novela De sobremesa, así
como poner en orden el volumen manuscrito de El libro de
versos.
Todavía,
en noviembre de 1895 estuvo apunto de conseguir un cargo diplomático
como cónsul de Guatemala, que según algunos rechazó por lo exiguo
del sueldo (2).
Como dato de interés que puede ayudarnos a entender su estado de ánimo, en la noche del 23 de mayo de 1896 —horas antes de su muerte— nuestro bardo, en una cena organizada por su madre para los notables de Bogotá, leyó lo que se considera su último poema: Don
Juan de Covadonga. Este cuenta la historia de un crápula medieval o renacentista que
hastiado de una vida llena de excesos busca reposo en un convento,
pero allí no encuentra más que el descontento del prior por la
vida monástica y le aconseja marchar, don Juan quizá viendo su
última esperanza de salvación truncada, marcha del convento y
solloza por primera vez en un camposanto. No resulta tarea difícil ver en ese don Juan de Covadonga un trasunto del propio Silva, donde la escena final pone de reflejo su propio estado de ánimo.
Y al salir por el negro camposantoen que el convento oscuro se prolonga,ansiando la quietud de los que fueron,por la primera vez se humedecieronlos ojos de don Juan de Covadonga.
Sobre
el suicidio de José Asunción Silva se ha escrito mucha literatura
animada por la cuidada escenografía que el vate preparó antes de su
muerte, por ejemplo se encontró un ejemplar de El triunfo
de la muerte de Gabriele
D´Annunzio en su mesilla. Sanín Cano a este respecto alega además
del dicho libro que se encontró también Tres estaciones
de psicoterápia de Maurice
Barrés y un número de la
revista Cosmópolis,
en ambos casos había referencias a Leonardo da Vinci. Parece ser que
en El Triunfo de la muerte buscaba
Silva datos sobre el hombre del renacimiento, pues, supuestamente preparaba algún tipo de artículo o ensayo sobre Leonardo Da Vinci.
D´Annunzio personaje donde los
haya del decadentismo italiano, sus obras El Placer
y El Triunfo de la muerte gozaron de
grande fama en los círculos modernistas.
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Lo
cierto es que resulta más factible que el suicidio tuviera más que ver
con la propia trayectoria personal del autor, que con unas supuestas
y vaporosas melancolías literario-vitales, baste repasar su
trayectoria: soportó la pronta muerte de cuatro hermanos y de su
padre, la quiebra del negocio familiar, la quiebra del negocio de
baldosines y la pérdida de gran parte de su obra literaria en un naufragio. Todo ello y quizás alguna causa oscura no desvelada
todavía son motivos suficientes para impulsar al literato-empresario
al suicidio. Y fue así como finalmente empuñando su Smith &
Wesson contra su corazón apretó el
gatillo la madrugada del 24 de mayo de 1896 —pocas horas después de haber recitado su Don Juan de Covadonga—, para mayor gloria de las
Letras colombianas.
Fragmento
de Zoospermos, poema
de Silva.
"¡Mira! si no estuviera perdido para siempre;
si huyendo por caminos que todos no conocen
hubiera al fin logrado tras múltiples esfuerzos
el convertirse en hombre,
corriéndole los años hubiera sido un Werther
y tras de mil angustias y gestas y pasionesse hubiera suicidado con un Smith & Wesson
ese espermatozoide.
… y
es que los poetas muchas veces cuentan más de lo que parece.
Conclusión.
La
obra silvana que nos ha llegado hoy no es muy prolija: un centenar y
medio de poemas, una novela, y un puñado de prosas breves y
críticas. De los tres conjuntos de versos que suelen recoger las antologías solo El libro de versos fue
preparado por su autor, el resto, Gotas amargas —una serie de poemas de corte satírico— y Poesías
varias, son recopilaciones echas
a posteriori por aquellos que lo estudiaron. Con respecto a la
novela De sobremesa tardó
en darse a conocer, si bien se publicaron fragmentos sueltos en los
años siguientes a su muerte como aquel famoso de 1906 prologado por
el prócer Unamuno, pero no será hasta 1925 cuando se publique en
Bogotá, edit. Cromos la 1ª edición completa.
Imagen de Silva hacia la década
de los noventa.
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Estos
retrasos hicieron que la obra silvana no recibieran todo el interés
que debió merecer en su época, lo cual resultó del todo lamentable
al tratarse el escritor de unos de los primeros autores modernistas
hispanoamericanos. Sea como fuere hoy día los nuevos estudios
realizados y las varias reediciones de su prosa y poesía confirman la vigencia de estas entre los nuevos lectores del siglo XXI.
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(1)
Sanín Cano (1861-1957) con sus artículos y ensayos contribuyó a
introducir la modernidad literaria en Colombia. Su amistad con Silva
fue sincera y reconoció su influencia a la hora de aceptar las
nuevas ideas llegadas de Europa.
(2)
Idea defendida por Héctor H. Orjuela.
10 comentarios:
Otra recuperación oportuna de las muchas que nos procuras. El Nocturno, de Silva, debería ser lectura obligada.
Totalmente cierto, posiblemente uno de los mejores poemas escritos en lengua castellana. Además ese poema bien podría haberlo citado en mi anterior entrada al respecto del periodo prosódico por la maestría mostrada en el uso de sus cláusulas.
Tu entrada, aunque la he tenido que leer en varias veces por ser tan larga, tengo que decirte que me ha encantado el conocer la vida de José Asunción Silva, me ha parecido muy completa su biografía, Delgado.
Besos.
Gracias Carla, he de reconocer que para ser una entrada de blog sí que ha quedado algo larga, pero es que este literato tiene una obra exquisita, su poesía sin palabras, y la novela De Sobremesa... posiblemente la analizaré en la siguiente publicación.
Hola, Delgado:
Gracias por lo que me corresponde como colombiano, tu reseña es mu completa y hace honor a nuestra literatura. Silva es uno de los poetas que más profundamente ha calado en la memoria de todos los colombianos; él fue un revolucionario de las letras e impulsó definitivamente la poesía colombiana y latinoamericana hacia nuevos e inexplorados rumbos.
En Bogotá, existe la Casa de poesía Silva, fundada en 1986 por el presidente Belisario Betancur.
www.casadepoesiasilva.com
Un abrazo.
Todo un personaje es Silva. Que vida interesante y poco bendecido por la suerte.
Las perdidas familiares, luego perder casi toda su obra en un naufragio y su suerte que parecía jugar con él a la escondida deben haber sido el motivo de su triste final.
Muy interesante entrada.
mariarosa
Rafael: desde luego me resultó harto interesante este vuestro poeta, hacía tiempo que había leído el famoso Nocturno III, pero no fui entonces mucho más allá, ahora lo tengo entre uno de mis favoritos. En mi blog le voy a prestar un poco más de atención a su novela porque me resultó muy original al encuadrarse dentro del subgénero novela-diario.
Por cierto gracias por el enlace.
Maríarosa: Hay a gente que la vida le golpea más fuerte que a otros, además en aquella época tan clasista la opción de buscar otros trabajos podía no resultar buena opción para el apellido familiar. En estrecho callejón quedó Silva, fue un artista del siglo XIX y con ese siglo murió.
No has vuelto a publicar nada pero te dejo mis saludos.
Besos.
Hola Carla, la verdad es que este mes ando harto liado, entre trabajos y proyectos. Hasta el mes que viene no podre liberarme de las cadenas de las obligaciones.
Gracias por tu interés, te voy siguiendo. ;)
Es un artículo muy interesante.
Gracias por la visita.
Abrazos.
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